Hace poco un amigo me preguntaba que por qué tenía tantas libretas en mi haber, y más importante aún, por qué seguía usándolas, si tenía un iPad y una computadora. Yo le respondí que al igual que mi computadora, mis libretas y mis lápices, eran herramientas igual de importantes en mi proceso de diseño, escritura y creación, le mostré orgulloso mi colección de libretas llenas de dibujos, bocetos y recuerdos, diseños inacabados, proyectos que nunca iniciaron e ideas que jamás terminaron por despegar. Cada cierto número de páginas podía encontrar algún boceto marcado o palomeado que si terminó, en su momento, convertido en algo hecho de vectores y pixeles en mi computadora. Sin temor a que me digan que pertenezco a otra época, que en mis tiempos las computadoras usaban tarjetas de papel con pequeños orificios en ellas, que no soy un millennial, creo que un tengo porcentaje bastante alto en mí, 87% para ser exacto, puedo comprobarlo gracias a un test que realicé para saber qué tan cercano era mi conocimiento tecnológico a un joven actual. Todas las personas que me conocen saben que amo la tecnología y tengo todos los gadgets del mundo, así que no me sorprende estar tan cerca de la tecnología. Yo crecí en un mundo donde la cotidianidad tecnológica no me la daba un tipo llamado Jobs, sino Asimov. Creo que se ha malinterpretado el uso de la tecnología en nuestro trabajo, si, es grandioso no tener que hacer originales mecánicos, las computadoras han hecho de nuestro trabajo algo genial, podemos hacer más con menos, en menos tiempo. No estoy demeritando el uso de la tecnología, ni mucho menos, lo mejor que le ha pasado a la humanidad después de la penicilina es la Internet. En este momento estás leyendo un texto en una computadora, desde la comodidad del lugar en el que te encuentres justo ahora. Pero no hay que perder de vista que no dejan de ser herramientas. Mi laptop tiene la misma capacidad creativa que un lápiz: ninguna. Es la habilidad de quién lo porta lo que hará que tus ideas, proyectos y trabajos sean geniales. No dejan de ser utensilios, y así como un lápiz no dibuja solo, tienes que aprender a usarlo, practicar, diseñar, escribir, y habrá veces en que tengas la necesidad de hacer a un lado ese lápiz, levantarte y caminar por los pasillos de un museo, brincar en un concierto, correr bajo la lluvia, leer un libro, ver una película o salir de fiesta. Los videojuegos, Facebook, Twitter, Reddit, la Internet, seguirán ahí cuando regreses con tu cabeza llena de ideas que quieras compartir con el mundo. Hay que trabajar, lo entiendo, y si quieres ser bueno diseñando logotipos, pues hay que diseñar muchos logotipos, pero de igual forma, la experiencia, lo que vemos y vivimos alimenta nuestro cerebro, y es de igual importancia que la herramienta con la que trabajamos, no importa si usas una libreta Moleskine, una pluma Montblanc o la computadora que salió a la venta ayer con lo más avanzado, si no tienes nada que decir, ningún utensilio, por más avanzado o sofisticado que sea, servirá de mucho. Imagen cortesía de iStock
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