Las mirillas de los cazadores publicitarios se encuentran en la búsqueda permanente de espacios propicios para promover a las marcas. En el 2012, estos observadores se dieron cuenta de que los libros tienen un gran potencial como portadores de publicidad. Así, para aprovechar los espacios de las portadas, en China colocaron logos de marcas en las portadas y contraportadas. Con ello descubrieron un campo que no habían explorado las marcas, el de la cultura, las palabras y la escritura. Pero, al observar con más detenimiento, también descubrieron que estos rubros necesitan nuevas formas de financiamiento pues, el interés de las personas está más enfocado a lo digital que a lo tradicional. Buscaron y, no fue necesario volver a buscar para ver un montículo dorado en una de las páginas más visitadas por su importancia en la lengua hispana: La página de la Real Academia Española. En otros diccionarios en línea encontramos banners publicitarios con los que obtienen ingresos, pero la RAE no los tiene y realmente necesita esta ayuda. A sus 300 años, es la primera vez que visualizan con dificultad su camino, así que se encuentran en diálogos con el Banco de España para decidir si se incluirá publicidad en su diccionario en línea. Además, en octubre de este año publicarán una nueva edición de su Diccionario que, viendo sus estadísticas de venta y de preferencia, tal vez sea la última en papel.
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