Todos los días las universidades de este país están generando nuevos profesionistas, pero lo preocupante es que los puestos están siendo ocupados por los mismos, no existe una rotación. No crean que es por una cuestión de permanencia maliciosa. Hoy los puestos clave de las grandes marcas simplemente no interesan a los jóvenes -envueltos en esa etiqueta de millennials-quienes no quieren pasar por un proceso largo operativo, ejecutivo, administrativo y principalmente decisivo de escalar puestos. Recuerdo que la primera vez que llegué a una estación de radio, el gerente simplemente me dijo: “¿quieres aprender a hacer radio? ¿Estás dispuesto a dedicarle tiempo?” Rápido y presuroso respondí “¡Sí, por supuesto!”. Respondió: “ok está bien, vamos al estudio de producción”. Yo imaginé en ese momento, mientras caminabas de su oficina al corazón de aquella radiodifusora, una vida de luces y farándula inmediata. Pero no. Llegamos y simplemente le dijo al operador grabador en turno, “órale, ahí te dejo este niño ‘que quiere aprender a hacer radio’”; me dieron una franela y literalmente escuché “échele una limpiada a todo el equipo, pero que quede bonito”. Tenía dos opciones: ponerme ‘fresa’ y decir al diablo, yo no voy a ensuciarme; o solamente ser como se tiene que ser, disciplinado. Procedí a darle duro y tupido a la grabadora de carrete abierto, limpiar con alcohol las cabezas, dejar brillando de limpia la consola y por supuesto entrar a la cabina del locutor y rendirle honor al micrófono que estaba guarecido en ese espacio acústico -me imaginé hablándole-. El ritual de limpieza duró un mes. Ya resignado a dedicar mi vida a la limpieza de equipos de grabación llegó el momento mágico. “A ver mijo”, me decía el gerente, “no está el grabador, ¿ya le sabes a esto?”. Mi respuesta, obviamente, fue afirmativa; tenía toda la seguridad de haber aprendido observando, bajo esa curiosidad que solo otorga el hambre de conocer. Entró a la cabina, le pedí me diera nivel, puse a correr la cinta de grafito y le di. Revisó la grabación y simplemente me dijo: “¿quién le enseñó mijo?” “Nadie señor, estuve fijándome y poniendo atención, pero sobre todo manteniendo limpio el equipo”, fue mi respuesta. Simplemente sonrió y me dio la bienvenida al mundo de la radio. Para hacer radio hay que empezar por quererla, respetarla, aprenderle, pero sobre todo ser obediente y aprender; para que cuando llegue el momento, dar lo mejor de ti, dejando el corazón. Hoy la pregunta es: ¿los millennials, están dispuestos a aprender y ser instruidos o creen que la magia y el ‘feeling’ también lo van a sacar de YouTube o Google? La magia, es transformar los momentos, en oportunidades. Imagen cortesía de Shutterstock
Comentarios