Las distintas empresas suelen crear productos que con un plan de marketing, relaciones públicas, networking, alianzas estratégicas, publicidad efectiva Off y Online, sitio web, buscar una autoridad reconocida, call to action, suscripciones y email marketing, telemarketing entre otros se convierten en ideales o indispensables aun cuando antes vivíamos sin ellos y éramos felices. Pero, ¿qué pasa cuando el producto no es tal cual se nos pinta o se nos vende? ¿qué pasa cuando no se le dedica en la planta de fabricación del producto, el mismo esmero que al marketing al desarrollar la marca? La verdad es que no es suficiente coger un producto trivial o simple y mediante la magia del Marketing transformarlo en grandioso, en mágico e indispensable para alcanzar la promesa que se oferta; el producto debería tener calidad —es fundamental la ética en la producción de los productos— si existe un proceso de producción con gente técnica, responsable, mano de obra calificada, supervisión honesta y respeto por los valores de la empresa y del producto, lograríamos cerrar el círculo. Para alcanzar procesos de producción que estén a la par con las impresionantes campañas de Marketing, es indispensable que se incluyan programas técnicos de selección de personal, capacitación e inducción, todo con base en la filosofía de la empresa y los valores del producto, si la gente que hace el producto es profesional y se identifica plenamente con él, los resultados pueden ser tan espectaculares como los que vemos en esas campañas tan increíbles pero que muchas veces no se conduele con la realidad. Si la idea es vender ideales y crear una marca que le dé un halo de mágico a algún producto lo mejor sería que este cumpla con las características y las promesas, si la campaña dice que el producto es irrompible o resistente al agua que los que lo fabrican hagan su trabajo para ofrecer al mercado ese producto tal cual se lo ofertó. Sin procesos técnicos de selección y con información mentirosa del producto, lo único que se logra es emular a varios políticos que en tiempo de campaña ofertan y se venden como angelicales y empáticos transformadores de la realidad amarga a una realidad ideal, pero en el momento que asumen sus funciones descubrimos el verdadero producto:i alguien lleno de corrupción o inoperancia.
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