Hay tantos perfiles en las redes sociales, que dominan la vida en línea actual de los mexicanos, que uno ya no sabe quién es quién, o peor aún, si realmente está entendiendo lo que publica. La primera semana de este noviembre fue espectacular en cuanto a la efervescencia de los cibernautas y sus íntimos deseos reprimidos de saber si estaba despenalizándose el uso de la marihuana en México y si ahora sería totalmente legal portarla y consumirla. Lo cierto es que muchos “nomas” se fueron por encimita de la nota -lo que en la prensa escrita se llama balazo. Fue lo único que leyeron todos aquellos declarados consumidores de información (pero de la mala, no de la buena, esa que forma criterios y permite criticar con fundamentos y no de manera visceral). De buenas a primeras algunos habían entendido que ya no había problema con la marihuana y se declararon a favor, sin detenerse a leer un poquito más. Y es que así pasa con todo. Por ejemplo, por un lado el bendito Instituto de Acceso a la Información Pública, se esfuerza en proteger los datos personales de los que en este país sobrevivimos cuando nosotros mismos los entregamos redes sociales sin ningún recato. Por no haber visto las letras chiquitas, ¿cuántas grandes fotografías extraídas de Instagram son usadas en comerciales y postales, sin que sus autores puedan hacer algo?, ¿cuantas frases son utilizadas de manera constante sin dar crédito a quienes las crearon?, ¿sabía usted que lo que comparte, compartido está y ya no le pertenece porque ya es público? Hoy la responsabilidad va más allá del publicar y replicar, está basada principalmente en leer lo que realmente está pasando para publicar después, porque lo que escriba afecta como el mismo aleteo de una mariposa del otro lado del mundo. Un punto importante que me gustaría sugerir es que fechemos las publicaciones, dirijo esto a aquellos políticos que nos a dan conocer sus actividades y redactan en un presente constante sin entender que las redes son timelines que transcurren en la volatilidad de la generación de las noticias. Posdata. La culpa no es del “DEFORMA” si no de quien se la cree. Imagen cortesía de iStock
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