Tengamos claro que un becario es quien ejerce un puesto de trabajo –muchas veces sin paga-, con el objeto de ganar experiencia. No necesariamente está representado por un jovencito torpe con acné al que culpan por los errores que cometió otro y que además se encarga del fotocopiado y repartir café. Con los clichés atrás, digamos que un becario es cualquier persona interesada en realizar pasantía con un importante valor curricular y que además, aporta sus habilidades y conocimientos voluntariamente a una empresa, marca, compañía etc. La habilidad de tener buenas ideas no viene relacionada a un cargo específico, de hecho, son los “nuevos” quienes muchas veces revolucionan un departamento. El compromiso no sabe de cargos Así pasó con Patty –la “asistente” de periodista web- que en cuanto puse un pie en la oficina, sentí que era su hogar. La chica sabía elementalmente cada movimiento dentro del departamento y aunque éramos tres periodistas y ella la “asistente”, indudablemente Patty guiaba todo. La cosa fue que cuando el equipo original estaba completo, ella estaba allí, así que cuando de disolvió ese grupo y otras nos fuimos anexando, ella obviamente tenía todo bajo control –porque misteriosamente en todas las redacciones, la web queda como odontólogo en convención de medicina- y aquí viene lo divertido; aun siendo la más joven, era mucho más profesional, resolutiva e ingeniosa que el departamento completo. Patty –injustamente- tenía el cargo de “asistente” porque aún no estaba graduada, sin embargo, realizaba labores propias de una periodista, además, la novedad, el incentivo y las mejores ideas casi siempre venían de ella, por lo que cuando ya no la tuvieron, ese día algo se marchitó. Todos tenemos nuestra primera vez Fui pasante en una institución de seguridad del Estado, al principio estaba asustadísima –originalmente por no saber con exactitud las tareas que iba a desempeñar en un lugar así- pero conforme pasaron los días, me fui involucrando con mi entorno, comprometiéndome a tal punto que se hizo evidente. Mi tutor en la institución, sin duda alguna, fue un ángel caído del cielo. Creyó en mí y me dio la confianza y la responsabilidad de sugerir, mejorar y llevar a cabo tareas que cualquier novato –de la comunicación y el periodismo- amaría hacer. No me limitó nunca a realizar una sola tarea o a estar en un solo lugar, siempre me motivó a dar lo mejor de mí y a innovar en un lugar que se mostraba agradecido con mi trabajo y mi dedicación. Me fui muy agradecida y sé que ellos también “New brooms sweep clean” Cuando somos becarios y buscamos experiencia, el beneficio debe apuntar siempre a nuestro beneficio profesional, y aunque no está mal sacar algunas copias o hacer uno que otro cafecito, nuestras labores han de relacionarse con nuestra carrera porque para empezar a correr, primero debemos aprender a caminar. Todos sabemos que la mejor manera de aprender es haciendo, por eso los “mentores” –una Patty o un tutor genial- que nos encontramos en el camino son de suma importancia a lo largo de nuestra travesía laboral. Si por el contrario somos nosotros quienes compartimos nuestro trabajo con un pasante, necesitamos ser abiertos, tolerantes y estar siempre dispuesto a aprender porque no hay nada más cierto que mientras más aprendes, mejor enseñas. Patty me enseñó mucho más de lo que ella imagina, cuando dudé de mis habilidades ella siempre me animó, me incentivó a descubrir una manera de periodismo totalmente nueva para mí y me instruyó siempre que lo necesité –aun siendo “asistente”. Con mi tutor fue algo similar, el darme la potestad de crear, mejorar e introducir nuevas ideas y nuevos conceptos en un lugar que a muchos intimida, me facilitó el añadirle valor a mi CV y a mi experiencia como profesional, además de ser recordada en la institución como la licenciada y no como la pasante. Siempre hay cosas que aprender. Siempre. Imagen cortesía de iStock
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