Ese sentimiento que te lleva al punto de querer salir corriendo a los brazos de tu mamá cuando escuchas un “no me gusta, ¿por qué no pones esto?” o “¿ya buscaste en google?” por parte del cliente, no se llama berrinche, es la forma inmediata de defensa de tu cerebro. Sin duda una de las cosas más feas dentro de todo lo que podría pasarte es estar frente a un cliente casado con la idea de que él es el target y encima quiera decirte cómo hacer tu trabajo, no es como que te haya contratado porque tú eres el experto ni nada, seguro solo quiere a alguien que le de ideas para después poner esa cara de pocos amigos y echarla por la borda casi con el mismo placer con el que te sugiere escribir como “los chavos de hoy”, con lo cual te preguntas: ¿yo no soy un chavo de hoy por no escribir como los demás? ¡Confusión! Afortunadamente entre más clientes como estos te encuentras más te curtes y así más tranquilo y con la cabeza fría te das a la tarea de pensar como tu cliente y descifrar lo que en realidad éste quiso decir – ya que también debes estar preparado para actuar en estas situaciones – cuando lo has entendido comienzas a explicar muy bien el porqué de esas palabras, de esos colores y de ese concepto a una persona que no tiene idea de cómo se está moviendo el público de su marca ni de lo que se trata una campaña publicitaría, entonces podrías pensar: “hay que educar al cliente” y sí hay que educarlo, pero sin decirle que no (guiño, guiño). Tampoco se trata de preparar una clase con ejercicios y marcadores de colores, solo se trata de salir con toda la seguridad que te da tu conocimiento y con el respaldo de un equipo bien preparado para mostrarle y demostrarle al cliente que lo que él piensa no es lo único que existe, no le estás diciendo que no, al contrario, le estás dando una gama de posibilidades que se adecuan a su presupuesto y garantizan el éxito de su marca y así ¡todos ganan! Con lo cual se puede declarar final feliz en esa historia. … Hoy quise contarles y compartirles mi reflexión sobre esta situación, en la que seguro muchos han estado, sin embargo la primera vez que me sucedió estaba que me volvía loca, cómo era posible que el cliente pensara tantas barbaridades – como dicen las abues (es que yo no hablo como los chavos de hoy) – y encima mis jefes le dijeran: “claro, estaría buenísimo”, en ese momento me dio mucho coraje pues creía que ellos no estaban defendiendo mi trabajo ni el de mi equipo y en realidad aún lo creo, sin embargo he aprendido a no tomarme tan literal ese famoso dicho que dice: “al cliente lo que pida” no es que haya que ser tajantes y decirle que no, pero primero hay que poner la integridad del equipo que trabaja el proyecto, ya que a la vez estás priorizando tu lealtad hacia la marca. Si alguna vez se encuentran con estos clientes, escuchen y callen, ya vendrá su oportunidad de ser escuchados y recibir las palmas cuando así se merezca. Imagen cortesía de iStock
Comentarios