“No me grites, susúrrame”, eso le acostumbro decir al gráfico cuando veo un texto o un logo gigante en una pieza publicitaria. Si alguien habla a un bajo volumen, la tendencia es acercarse para escucharla mejor ¿No les pasa? De esta forma también se llama la atención. Lo mismo sucede con un aviso. A veces lo más pequeño es lo que más se lee. Claro, para el cliente siempre va a ser una ventaja que su marca sobresalga del aviso, pero sin duda, lo más efectivo es sobresalir creativamente. Lo que hay que destacar son los significados de la marca, no los iconos. Mucho más allá de respetar el espacio para que respire un logo, establecido en el manual corporativo, yo me refiero a usar el tono de comunicación correcta a través de la imagen, pues como dicen “habla más que mil palabras”. Para esta redactora, no todo se trata de letras, por eso quiero escribir hoy con todo respeto, desde el punto de vista de una copy, cómo redactar mejor desde la gráfica. En la academia nos enseñaron que una forma de quedarse en la mente del consumidor era la repetición, en el SEO se utiliza mucho. Lo cierto es que la repetición de la marca en el copy y en la gráfica puede generar saturación. Así que si vemos un primer plano del producto con logo y firmamos el aviso con logo, lo más probable es que caigamos en la redundancia. La elección de la tipografía equivale al estilo narrativo, pero más que ahondar en la selección de una fuente que combine con la marca y las otras tipografías del aviso, quiero reflexionar sobre el formato. Porque no es lo mismo una página de revista que una valla. Sin embargo, ¿cuántas veces no he visto outdoor con tipografías poco legibles para el medio? ¿Cuántas veces no he arrugado los ojos para leer un texto, paradójicamente en un formato de gran tamaño? Tengan en cuenta que siempre hay que hacerle las cosas más fáciles a nuestra audiencia. Por otra parte, no hay nada más difícil que diseñar con textos sobre fondos de imágenes. Muchas veces el fondo termina comiéndose las letras y no se percibe lo que dice el mensaje. Quizás después de muchos intentos fallidos, el diseñador se resigna porque está enamorado de la imagen y no la quiere sacrificar. Lo mismo le sucede al escritor encaprichado con un estilo pomposo de palabras rebuscadas. Pero si el lector no entiende lo que se dice, entonces de qué sirve escribirlo o diseñarlo. De la misma forma, componer con muchos elementos (textos, iconos, fotos, ornamentos, etc.) hace que sea más difícil la lectura. Cuando tienes tantas cosas que ver al mismo tiempo, no sabes qué ver y se pierde el discurso, casi el mismo efecto de ver un párrafo eterno. Inmediatamente pierdes interés de leerlo. Una foto mal silueteada o un montaje evidente distrae tanto como una palabra mal escrita. No es común que a un buen gráfico le pase esto, pero de que sucede, sucede. Y lo peor es que no solo habla mal de la marca, también del profesional. Todo tiene su excepción, depende del buen ojo del artista y del look de la pieza. Lo importante es que haya armonía, pero sobre todo, lo importante es diseñar pensando en quien lee o en quien ve el aviso. El reto es que se vea bien sin dejar de comunicar. Recuerden que ese es nuestro fin. Imagen cortesía de iStock
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