Woey, seguro estás despertando de una cruda inmensa, o tal vez sigas bebiendo (si es así, ¡qué carajos haces leyendo esto?), sea lo que sea que estés haciendo, definitivamente y por primera vez, no me voy a equivocar… ¡Feliz Navidad! Pppfff, Navidad… sí, esa fecha tan bonita que para lo único que nos sirve es para comer sin parar y engordar milagrosamente lo que evitaste los últimos meses, maldita sea, ¿por qué somos tan débiles?, no lo sé, pero bueno, es que la comida navideña es de lo más rico. Estas fechas sólo nos hacen recordar y profundizar desde un punto de vista mercadológico, no sé ustedes, pero yo, cada día estoy más impactado por el nivel de consumismo que generan estas celebraciones. Digo, total, ahorita ya llego «Santa» y tienes eso que siempre quisiste, te acabaste el aguinaldo comprando una pendejada… y lo peor: ¡Eres publicista!, no deberías caer en esos trucos, neta, no. Como sea, otro año con campañas navideñas y acciones que lo único que quieren es que compartas la felicidad, que regales una sonrisa o simplemente que te portes taaaan bien, que ese sexy y bien vestido Mr. Claus te dé… todos tus regalos. Pppfff… Yo en particular, no odio la Navidad, pero tampoco la amo, y, específicamente, este año no sentí en lo más mínimo el espíritu. ¡Pero mira como es nuestra chamba, que hasta para gente Grinch como yo, tiene personajes y posicionamiento. No me queda más que desearles una Navidad felizmente consumista y compartir mi felicidad… ha ha ha, me voy, porque ese Mr. Claus no se me va vivo, esperen, creo que corrió a la tienda Yorkdale o, ¿estaba en el palacio de los palacios? Imagen cortesía de iStock
Comentarios