Una linda y soleada mañana inesperadamente llegó una campaña, no sobraron los motivos para llamar a los creativos y como con su trabajo pagan la renta, de inmediato se reunieron con cuentas. Brief en mano, miles de preguntas y a los lápices a sacarles punta, se miraron todos y sin dudar ya sabían que hoy iban a trasnochar, después de un rato botando corriente sonó el celular, era el cliente, intervino en el peor momento Para decirles que tenían menos tiempo. Después de un largo rato hablando, un gran concepto estaban pensando, se escuchó una voz diciendo ¿por qué no intentamos esto? todos se miran y se codean, ya saben que tienen una gran idea. Salen unas muy buenas tácticas y ya se están montando las gráficas, después de toda esa inspiración solo queda hacer la presentación. En unas horas la campaña se sustentaba y todos tenían cara de no haber dormido nada. Al cliente le encantó pero entre dientes comentó: – Me gusta la idea y la quiero, pero seamos sinceros ¿cuánto dinero? Por presupuesto le dijeron ¡no te asustes! Tendremos buenos resultados y esperamos los ajustes. Vivieron felices pero hasta el otro día, ellos sabían que la calma no duraría. Llegaron ajustes por montones y las otras cuentas para sus campañas querían más opciones, se miraron todos y sin remedio tomaron los esferos y los cuadernos. A seguir trabajando y pensando pues hay bastante trabajo en el recetario y así es el medio publicitario. Ese día hubo muchos visuales y frases, Pero los publicistas tienen suerte, ellos aman lo que hacen. Imagen cortesía de iStock
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