Las empresas estamos especializadas en un tema, por regla general, y una de las claves del éxito es ser fieles a ello y cada día mejores, pero sobre todo, dedicarnos a ello y sólo a ello.Pero el entramado empresarial va mucho más allá y existen gran variedad y número de necesidades que por lógica no podemos acometer como profesionales por no ser especialistas en el tema. El problema no es entender que existen parámetros no asumibles internamente, el problema es no entender que deben correr a cargo de profesionales cualificados. Lamentablemente, como muchas cosas en esta vida, todo es cuestión de percepción. Sin embargo, la percepción no es una ciencia exacta y es altamente subjetiva y cuando se trata de aspectos de empresa como el rendimiento del negocio o la gestión de los recursos económicos y humanos, la percepción puede jugarnos una mala pasada si no es acorde con nuestras necesidades. ¿Conocéis a alguien que gestione una empresa de transporte que no tenga un asesor fiscal? ¿O a alguien que gestione un establecimiento hotelero que no tenga empresa de control de calidad alimentaria? Sin duda os vendrá a la mente ese valiente o temerario que en un momento dado pueda (sin comprensión) o quiera (sin miedo) evitar reconducir ese servicio a un profesional, pero cuando es el dinero de tu empresa el que está en juego, hay que ser cauto y serio. De unos años a esta parte, mora en el tejido empresarial una confusión inducida que ha forjado la creencia de que todo lo que tiene que ver con Internet es «fácil y rápido». Es una confusión porque la gente no diferencia uso de creación. Está claro que yo sé conducir pero no tengo ni idea de fabricar un coche. Y es inducida porque muchas empresas basan su modelo de negocio en hacer creer a los clientes potenciales que todo es fácil y rápido. En Navidad las administraciones de lotería inducen la creencia que elegir el número del día, mes y año de la boda de un familiar o famoso es el número que va a tocar y se agotan. Los coleccionables de kiosko son un suculento y apetitoso manjar los meses de septiembre de cada año, un gancho energético para quien se ve deslumbrado por esas ofertas de lanzamiento. Sin embargo, el porcentaje de colecciones que se acaban es ridículo e insignificante tanto si es por desidia del coleccionista que pasados 3 ó 4 números ya se cansa de ir al kiosko como si es por la editorial que, con un mensaje inicial ambiguo como ninguno, te deja en la estacada. La verdad es que este mercado supone un 9% en las ventas globales de libros generando año tras año grandes volúmenes de dinero a sabiendas que el futuro de las colecciones es negro, negro. Pero ahí seguimos, esperando a septiembre. ¿No es ridículo estar 1 año entero para fabricar la maqueta de un avión que al final acaba costando por 700€? Un claro ejemplo de confusión e inducción apelando a las emociones. Por la misma regla de tres, día a día y ya como personas jurídicas, se nos vende la panacea del «ahora ya puedes tener tu web profesional haciéndotela tú mismo» o «con este excelente curso de 20 horas conviértete en el community manager de tu empresa y da servicio profesional a otras». Estas empresas centran su modelo de negocio en el volumen de activación sin atender en absoluto al resultado que su servicio imprima en sus clientes. Pero este no es el tema, son modelos de negocio absolutamente dignos, como cualquier otro. El problema está en el cliente potencial, en esa persona en el kiosko o ese empresario con los ojos llenos de «hazlo tú mismo» que deciden iniciar algo sin pensar en la posibilidad de su inviabilidad a corto, medio o largo plazo. En verdad, si uno no acaba una colección de dedales de porcelana con motivos de cada país de Europa no pasa nada pero una web profesional es harina de otro costal. ¿Por qué las empresas no llevan su gestión de IVA si hay programas excelentes que te permiten un control exhaustivo y modelos digitales online con certificado para presentar el impuesto? Muy sencillo, porque la contabilidad es uno de esos parámetros de no asunción interna, es una de esas circunstancia ajenas al modelo de negocio pero irrenunciables para la viabilidad del mismo que demanda especialización, atención y experiencia en ejecución. Es muy fácil asumir su externalización, sea por tradición, sea por desconocimiento de la materia. Entonces, ¿por qué sigue habiendo tantas y tantas empresas que piensan que hacer una web es una especie de juego de mesa que con día y medio de jugar me permitirá publicará en Internet, a vista del mundo entero y con información vinculante de mi empresa y que ese es el camino que deben seguir? Y qué decir del marketing. Enumerar la cantidad de profesionales alejados de Internet que me han comparado el marketing digital con sus trípticos o el social media con los carteles que cuelgan en los cristales de las tiendas de sus calles comerciales, me resulta difícil y doloroso. Difícil porque en verdad no los recuerdo por la cantidad de ellos. Y doloroso porque se me antoja una flagrante falta de respeto a una profesión. Lo curioso es que si ese empresario es dueño de un bar y le dices que tener un bar es fácil, que cualquiera es capaz de hacer un bocadillo de jamón, te mira con mala cara, te dice que no tienes ni idea de qué hablas y quizás te cobre más por el cortado que a otro cliente. Ahí tenemos la percepción, ese arma de doble filo que para la inmensa mayoría de los seres humanos, sólo corta por su filo. Seamos serios. Hacerlo tú mismo lleva implícito un riesgo que afecta directamente a la visibilidad y credibilidad de la empresa porque todo lo que transmita tu marca es serio y delicado, todo lo que refleje tus propuestas de valor como empresa es vinculante y comprometido, todo lo que muestre tus valores como empresa y/o profesional es su carta de recomendación frente al mercado de clientes potenciales. Como empresarios sólo debemos hacer por nosotros mismos lo que nuestro modelo de negocio demanda, lo que sabemos hacer y lo que hace años que hacemos y ser muy respetuosos con los profesionales ajenos porque ¿verdad que si somos instaladores de cerramientos en hoteles y el diseñador web nos dice que él instalará ventanas por nosotros, pensaremos que se ha dado a la bebida? No hagamos con la web lo mismo que él con los cerramientos. Como empresarios debemos acudir a la coherencia, a la comprensión, al sentido común y no avergonzarnos de no saber algo. De lo que sí debemos avergonzarnos es de intentar ser compradores de fascículos en lugar de líderes empresariales.
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