Abril, 2025.- En un mundo donde todos quieren trabajar con influencers, diferenciarse no es una opción, es una necesidad. Y no hablamos de simples regalos o viajes bonitos. Hablamos de experiencias diseñadas para que cada influencer sienta que ese momento fue hecho para él.
Las marcas que entienden esto ya no entregan regalos genéricos ni invitan a eventos impersonales. Diseñan estrategias que conectan con cada creadora o creador de contenido, pues esto es lo que convierte una colaboración en contenido auténtico, emocional y, sobre todo, memorable.
Un “kit de PR” bien hecho no es solo una caja con productos. Es una cápsula de marca: un espacio donde los influencers abren, graban, huelen, prueban y sienten la esencia del producto. Glossier, por ejemplo, en su último lanzamiento de labiales, envió a influencers una caja rosa impecable que incluía una carta personalizada, un mini libro editorial y todos los tonos de la nueva colección. Cada detalle estaba pensado para que la experiencia fuera instagrameable, y cargada de intención. El resultado: contenido emocional y una lluvia de publicaciones orgánicas que ninguna pauta hubiera conseguido replicar.
Otro nivel de personalización es invitar a influencers a vivir la marca desde adentro. Pero no se trata de llevarlos a una locación con branding genérico. Se trata de contar una historia que solo ellos pueden protagonizar. Garnier, por ejemplo, llevó a varios influencers mexicanos a Brasil. Desde su llegada al hotel, fueron recibidos con una selección de productos adaptados a sus necesidades específicas: cuidado de la piel, del cabello, protección solar. Todo pensado para cada perfil. Y como highlight, recibieron una bata de laboratorio personalizada con sus nombres, ya que iban a visitar los laboratorios de Garnier para conocer de cerca el proceso detrás de las fórmulas. No era solo un viaje, era una inmersión en el ADN de la marca. Lo que siguió fue una avalancha de contenido auténtico, en primera persona, que logró algo cada vez más escaso: atención y credibilidad.
Incluso los eventos sociales están evolucionando hacia una experiencia más personal. Ya no se trata solo de hacer una presentación de producto, sino de generar momentos que hablen el idioma de quienes los protagonizan. Coca-Cola, por ejemplo, en colaboración con Bacardí, organizó una fiesta exclusiva para influencers con motivo del lanzamiento de su nueva versión combinada. Fue un evento tipo fiesta privada, con regalos, música, cócteles y una atmósfera pensada para que las y los creadores de contenido se sintieran parte de algo especial. Y cuando eso sucede, el contenido fluye sin esfuerzo: stories, TikToks, reels, menciones reales, no forzadas.
Ahora bien, lograr este nivel de personalización no es tarea menor, demanda una ejecución impecable que depende mucho de la idea creativa y de la auditoría y selección de influencers. Y aquí es donde entra el valor real de una agencia. Una buena agencia no solo “consigue influencers”. Una buena agencia traduce el brief de la marca en una experiencia real para los creadores de contenido, la marca y el público. Articula cada detalle desde la creatividad hasta el cierre de métricas, y lo más importante: garantiza que cada acción esté alineada con la estrategia global de comunicación de la marca.
Las agencias funcionan como ese puente entre el mundo corporativo y el mundo de los creadores, entendiendo los códigos de ambos lados y sabiendo cuándo dejar fluir y cuándo estructurar. Porque personalizar también significa saber a quién incluir, cuándo, por qué y cómo medirlo.
En un entorno saturado de colaboraciones, lo que más vale no es el número de publicaciones, sino la autenticidad. Personalizar es invertir en contenido que no parece contenido, sino vida real. Y eso, en el mundo del influencer marketing, vale oro.
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