Un interesante reportaje reciente de Mashable reveló que, en los últimos seis meses, WhatsApp ha estado cerrando cuentas de trabajadoras sexuales en el Reino Unido sin previo aviso. Estas mujeres, sin haber sido notificadas acerca de alguna violación de pautas o términos de servicio, se encuentran desconcertadas y enfrentando una situación desafiante. Aunque la política de comercio de WhatsApp prohíbe la venta o promoción de servicios para adultos, estas acciones sólo se aplican a cuentas comerciales, las cuales muchas de estas trabajadoras sexuales aseguran no poseer.
De hecho, algunas de ellas ni siquiera utilizaban WhatsApp para promocionar o vender servicios, sino simplemente para comunicarse con otras colegas en la misma situación. En palabras de una de ellas, «No había nada en ese grupo que fuera ilegal. No estábamos planeando nada fuera de la ley. El trabajo sexual es legal en Inglaterra». Sin embargo, a pesar de la legalidad del trabajo sexual en el país, la portavoz del English Collective of Prostitutes, Laura Watson, destaca que, debido a ciertas leyes, como las de provocación e incitación, incluso los chats grupales entre trabajadoras sexuales pueden considerarse delito.
El Colectivo Inglés de Prostitutas, una organización que aboga por la despenalización del trabajo sexual, señala que WhatsApp es una herramienta crucial para estas mujeres. No sólo les permite mantener redes de apoyo, sino que también sirve como canal para acceder a servicios de ayuda en caso de emergencia. Watson menciona que muchas mujeres que han sufrido abusos o enfrentan problemas legales encuentran ayuda a través de estas redes. Incluso las líneas de ayuda de emergencia suelen estar alojadas en WhatsApp debido a su función de cifrado de extremo a extremo.
A pesar de la afirmación de WhatsApp sobre la seguridad de su cifrado, la realidad es más compleja. Según un portavoz de Meta, los títulos de los chats grupales y los nombres para mostrar no están encriptados, lo que podría llevar a la identificación y cierre de cuentas relacionadas con actividades consideradas ilegales. Esto genera preocupación entre las trabajadoras sexuales, especialmente después de que varios miembros de un grupo fueran prohibidos poco después de su creación.
Estos incidentes ocurren en un contexto de creciente hostilidad hacia la sexualidad, tanto en línea como fuera de ella. Proyectos de ley como el de seguridad en línea en el Reino Unido y FOSTA-SESTA en EE. UU. ponen en riesgo a las trabajadoras sexuales y las obligan a desconectarse o enfrentar consecuencias peligrosas. Laura Watson lo resume acertadamente: «Las trabajadoras sexuales no deberían tener que trabajar en completo aislamiento». Es fundamental comprender que esta guerra cultural tiene efectos devastadores en estas mujeres, quienes ya están en una posición vulnerable.