Zona de spoilers, seguir es bajo el riesgo del lector. Texto para leerse acompañado por Vamos a morir de Paté de Fua y/o Bienvenido al fin del mundo de Chac Mol. ¿Quién no recuerda la mano de Liv Tyler apoyada en los monitores tratando de alcanzar a su padre que se ha despedido de ella segundos antes del final exitoso de la misión de destruir a un meteorito que amenaza nuestro planeta y que habrá de costarle la vida en el majestuoso melodrama Armageddon de 1998? 23 años después la visión de un evento similar tiene una mirada menos grandiosa y más cínica acorde a los tiempos en la cinta No miren arriba. Escrita y dirigida por Adam Mckay comediante y constante guionista y director de SNL la cinta no duda en ser un ácido reflejo de nuestro mundo. Si Bruce Willis, Ben Affleck y Billy Bob Thorton servían bajo las órdenes de un omnipresente presidente de Estados Unidos para salvaguardar al pueblo norteamericano, ante todo, en una más de esas visiones ombliguistas y maniqueas del cine norteamericano, No miren arriba ironiza con el cinismo de los políticos corruptos y la voracidad desmedida de los empresarios tecnológicos. El doctor Randall Mindy (Leonardo DiCaprio) de la Universidad de Michigan, su colega la postulante a doctorado Kate Dibiasky (Jennifer Lawrence) y el encargado de la vigilancia del espacio el Dr. Teddy Oglethorpe (Rob Morgan), luchan por hacer entender a la presidenta Orlean (Meryl Streep), los miembros de su gabinete incluido su hijo, Jason (Jonah Hill) quien es el jefe de gabinete de Orlean de la importancia de salvar al mundo, ante una mujer interesada únicamente en su aceptación entre sus votantes. Esos votantes del partido en el poder cegados por contundencia con la que su líder, en este caso la presidente Orlean, los invitan a actuar de manera emocional y no racional, a partir de su propia ignorancia. Meryl Streep en una versión femenina del abominable Donald Trump es capaz de abandonar a su propio hijo en el momento de la destrucción del planeta con tal de salvarse ella. El caprichoso Jason capaz de en su autoritarismo simular el secuestro de los científicos y utilizar lenguaje de lugar común para sentirse bien. Más siniestro por la fuerza de su poder resulta el millonario tecnológico Peter Isherwell (Mark Rylance) quien como muchos de los verdaderos magnates del sector sólo están interesados en su riqueza personal, su mezquindad no tiene límites y no se tienta el corazón en acabar con la humanidad y el planeta, mientras exista un dólar por ganar y si la idea fracasa siempre hay un plan que lo pone a él a salvo. En 1998, nadie dudaba de la supremacía de Estados Unidos en la carrera espacial, actualmente los planes más ambiciosos en el espacio son los chinos que abiertamente dieron a conocer un plan de explotación de La Luna y unos años después los estadounidenses se manifestaron por un plan similar de minería de nuestro satélite, en la película No miren arriba, McKay elimina a China y Rusia cuando su cohete para salvar a La Tierra explota durante el despegue. La historia es ombliguista de nuevo pero esta vez de una manera más real y temible. Armageddon tiene un trasfondo de melodrama romántico, No miren arriba es una sarcástica comedia sobre la sociedad actual. En Armaggedon se narra la victoria de la humanidad, en No miren arriba, el fracaso de los seres humanos en su convivencia. Armaggedon redime a algunos de sus personajes, No miren arriba se burla y desprecia a los supuestos líderes de la sociedad; políticos, magnates y medios de comunicación y a también a los científicos que como el doctor Mindy son seducidos por los medios y en el caso extremo del personaje abandona a su familia por el brillo de oropel de una conductora de televisión. En este último tema la frialdad con la que está retratada la frivolidad de los medios es perfecta y por absurda o exagerada que parezca es al final una realidad; la irresponsabilidad y estupidez de la gran mayoría de los programas de revista en casi todos los países. Ejemplos de conductores frívolos, ignorantes y arrogantes a todos nos vienen a la cabeza por puñados. Los quince minutos extendidos a temporadas de televisión por ratings, con el desprecio a la ciencia, al arte y a las audiencias son el pan nuestro desde hace décadas. Cate Blanchet y Tyler Perry en sus papeles de Brie Evantee y Jack Bremmer respectivamente son el epítome de los conductores reales de los canales de televisión. Ariana Grande en su papel de Riley Binna es uno de los excesos de la producción pero que ejemplifica esa manía, lo hemos visto a lo largo de estos años de pandemia de conciertos espectaculares bajo cualquier pretexto. Viralidad, influencers, trending topics y medición de audiencias a partir del comportamiento en redes, son parte medular de la historia y su desarrollo. No miren arriba es una buena comedia negra acerca de la forma en que socialmente hemos aceptado a políticos que nada tienen de estadistas, de medios convertidos en circos y acerca de la brutal realidad de que lo que importa, parece no importarle a nadie en nuestro planeta. Que veinte años no es nada, dice el tango de Gardel y sin embargo en veinte años a los seres humanos nos hemos más cínicos, más incrédulos y el planeta nos ha valido madres
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