Con el tiempo el concepto “mentiroso” fue sonando a menudo cuando se referían a mí. En mi defensa, nunca fui mal muchacho, ni ladrón, ni estafador, ni político, ni nada de eso. Además, estoy seguro que todos en algún momento mentimos para salir del paso, era parte de la niñez. Sábado a sábado, en mi casa escuchaba las historias de mis tíos. Sentado al lado de mi padre y engatusado con los relatos que caminaban frente a mí, podía estar horas junto a ellos. Nunca sabré si todo lo que contaban eran de verdad y para ser honesto, prefiero no saberlo. Son historias llenas de magia, que me regalan lindos recuerdos. De ahí nace mi fanatismo por el noble y gentil arte de contar historias que quizás… nunca existieron. He creado tremendas historias, como la de un bebé que salvé cuando evacuaron el edificio por una fuga de gas, pasando por la “teoría de la tina” en plena reunión con cliente, hasta el trailer de una nueva serie de Netflix que supuestamente vi, y que la bajaron por lo agresiva que era. Pero ojo, soy de los que dice “es mentira” o “lo acabo de inventar”. Asumo que todo esto es un arma de doble filo. Por ejemplo, una vez bajamos a “pinponear” una idea junto a mi dupla y terminamos recorriendo toda la cuadra y calles aledañas, buscando a una niña que se había perdido, nunca nadie nos creyó. Por eso debo ir con freno de mano, el relato de historias es un arte, lo vi en mi infancia, lo vivo ahora. “¿Mientes mucho cuando presentas campañas?” me preguntaron una vez. No, yo no miento, invento y cuento historias para hacer más dinámica y divertida la venta de esa gran idea. Es una especia de maquillaje, peluca y vestuario. No miento, relato historias que escuché alguna vez por ahí, la adapto al momento y con un grado de exageración trato de sacar sonrisas. No, no miento, es más me considero muy honesto. Todos, hemos pasado por ese proceso creativo donde inventamos algo que nos saque de un apuro y mi invitación es a que miremos ese concepto (la mentira) como una maquinaria de desarrollo creativo de relatos. Muchas veces caminando por ahí, me encontré con malabaristas absurdamente talentosos. He visto volar cuchillos, palitroques, enanos de dos cabezas, zapatos y las infalibles antorchas. Realmente admiro mucho a la gente que tiene el talento a flor de piel. Cada uno de nosotros tiene su forma de mostrar sus habilidades; unos cantando, otros haciendo reír, otros bailando y otros relatando historias, a eso hoy le llamamos Storytelling y me gusta la idea de creer que ese concepto lo arrastro desde niño, desde aquellas tertulias de sábados por la noche junto a los Landauro`s. Soy un convencido y el tiempo me lo ha demostrado de que, un buen vendedor vende productos, pero los mejores vendedores, crean mitos, historias, figuras narrativas. El Joker por ejemplo bajo la interpretación de Heath Ledger siempre contó historias distintas sobre su “sonrisa” y lo que más me atrae de eso, es que cada uno de nosotros se queda con la versión que más nos gustó. Es como el arte, que según yo es la máxima expresión de emociones del artista, es propia y representativa del flujo de ideas que corre por sus venas. Lo que veamos o interpretemos nosotros, es otra cosa y muchas veces estamos muy lejos de lo que quiso transmitir el artista. Por lo mismo, el relato de historias es un verdadero arte. Mi relato/mentira, ¿es una herramienta de venta? Pues claro, lo único que debo hacer es que mi historia se vuelva tangible y obtenga resultados esperados. “Un buen equipo de ventas ya no puede estar armado por vendedores, debe estar armado por verdaderos poetas…” Ya no hay reunión que no vaya con algo preparado, una exageración, un mentirilla blanca. Entendí que el día que sólo quiera vender algo, es porque dejé tener cosas que contar y no, no pienso llegar a eso. No se trata de mentir o engañar, es usar el relato de historia como herramienta agresiva de venta y persuasión. Yo no soy mentiroso, sólo que me gustan mucho las historias, sean verdad o no. Yo no soy mentiroso, sólo que creo que, hoy es más fácil vender, persuadir o ganar algo diciendo inventando algo en el relato, ¿no me cree?, mire publicidad, pase un día completo en linkedin y/o escuche a los políticos.
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