En China, la meditación y el arte tienen historias muy interconectadas; los comienzos del Budismo Chan tienen mucho que ver, parece, con la pintura de paisajes. En Japón, el arte Zen se define como “la práctica de apreciar la simplicidad”, de perderse en el acto creativo para que los movimientos del artista sean espontáneos, casi instintivos. De acuerdo con el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York, los primeros artistas japoneses que trabajaron con tinta fueron monjes Zen. Y ellos transmitieron a sus estudiantes su técnica y su sabiduría. Hay quienes sostienen que, en la cultura occidental, lo más parecido a esta tradición de combinar arte y meditación es el dibujo de cómics. El dibujante Ted Gula, por ejemplo, tuvo el privilegio de ver trabajar al legendario Jack Kirby, y dice que Kirby parecía estar en trance: no hablaba, empezaba a dibujar con su lápiz y no terminaba hasta que la página estaba terminada. “Era como si desapareciera en su oficio, como si todo le saliera de golpe, sin bocetos previos, sin plan”, recuerda Gula, y agrega “hacía todo un libro de esa manera”. Kirby nunca explicó cómo era su método ni cómo había llegado a él, pero el igualmente legendario artista francés Moebius sí describió una técnica más o menos similar, que llamó “dibujo automático”. Un intento de explicación de este sistema para combinar arte y meditación, es que consiste en “dibujar con el ojo de la mente: llevar la mente, y el ojo de la mente, a un lugar inexplorado, para que el ego no intervenga”. Moebius lo expresó más simple: “solo dejo que mi mente se relaje”. ¿Hay un secreto para conseguir estos resultados, para sumergirse y concentrarse totalmente en el trabajo, ya sea artístico, deportivo o comercial? No, dicen los expertos. La manera de hacerlo es solo hacerlo (o “just do it”, como dice Nike). Hacerlo una y otra y otra y otra vez. El artista coreano Kim Jung Gi, que hace dibujos increíblemente precisos y de memoria, afirma que, desde luego, también hay que tener en cuenta el talento de cada persona, pero es verdad que para comenzar no hace falta talento, solo ganas. Esto es muy cierto para el dibujo automático: no es necesario saber dibujar, solo apoyar el lápiz sobre un papel y “dejarlo libre”. Para terminar con una nota personal, confieso que a mí me sirve dibujar, solo o durante reuniones o sesiones de brainstorming. Esto no significa dejar de escuchar a las demás personas presentes, sino escucharlas aún más. No puedo asegurar que a todos les funcione, pero vale la pena intentarlo, ¿no? (Fuente: Open Culture)
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