Cuarenta años después de “Citizen Kane”, para muchos la mejor película de la historia, Orson Welles no la estaba pasando bien: tenía problemas financieros para terminar su filme “El otro lado del viento” (“The Other Side of the Wind”, que Netflix completaría muchos años después) y aceptaba casi cualquier trabajo actoral para recaudar dinero, para su trabajo y para él. En aquel momento, a fines de la década de los 70, los papeles más lucrativos que le ofrecían a Welles eran comerciales, y entre ellos le llegó una propuesta para protagonizar una campaña de vino barato. El productor de vino californiano Paul Masson pensó que Orson era lo que su marca necesitaba. Quería a Welles en el rol de un gourmet, y a partir de 1978 encargó una serie de comerciales para televisión y también una campaña gráfica en la que el actor, guionista y director recomendaba personalmente los vinos. En los avisos, Welles comparaba el vino “Emerald Dry”, de Masson, con la Quinta Sinfonía de Beethoven y con el clásico “Lo que el viento se llevó”, dos obras de arte perdurables; de este modo, Orson reconocía implícitamente su propia reputación artística y su carácter de “genio”. El claim de la campaña declaraba que Paul Masson añejaba los vinos como correspondía, diciendo “We will sell no wine before its time” (algo así como “No vamos a vender vino antes de su tiempo”), y esta frase se hizo muy popular en aquel entonces. La agencia era DDB Needham. Según John Annarino, que llevaba la cuenta en la agencia, Welles se indignó porque un comercial comparaba al vino con un violín Stradivarius, pero sin embargo le gustaba el producto, especialmente el cabernet. Annarino recuerda que de vez en cuando Welles llamaba a la agencia y exigía que le enviaran más vino tinto. Tenía ya cierta experiencia en vender productos alcohólicos: en 1945 había hecho spots de radio para el vino Cresta Blanca, hizo anuncios gráficos para el bourbon Jim Beam en 1972, y para la cerveza Carlsberg en 1975, además de campañas para el jerez Domecq, el oporto Sandeman y el whisky japonés Nikka (de enorme éxito en aquel país). La campaña significó un importante aumento de ventas para Paul Masson, pero le trajo algunas dificultades a la agencia. Welles no era fácil, y esto se evidencia no solo por las historias sobre las complicadas filmaciones, sino también por algunos videos (que están en YouTube junto con los comerciales terminados) en los que se ve a Orson bastante borracho y, en consecuencia, con problemas para decir su texto. Su tono de voz, de todos modos, siempre resulta imponente, y ver esos comerciales es un placer. Aunque no tanto como volver a ver, por enésima vez, “Citizen Kane”. (Fuente: Open Culture)
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