En estos tiempos que corren, pedirle a una persona más o menos joven que sepa quién fue Hedy Lamarr (o que al menos el nombre le suene conocido) es una exigencia absurda. Así que debemos comenzar por un breve repaso de su biografía para luego seguir con su extraordinaria inventiva y sabiduría, esas que demuestra el título de la nota. Se llamaba Hedwig Eva Maria Kiesler y nació en Viena en 1914. Desde muy joven empezó a trabajar en películas filmadas en Austria, Alemania y Checoslovaquia hasta que, cuando tenía 18 años, protagonizó “Ecstasy”, de Gustav Machaty, en la que interpretó a la joven esposa de un hombre mayor que no le prestaba demasiada atención. La película se hizo célebre porque mostraba la cara de la actriz en medio de un orgasmo (se dice que la expresión de Lamarr en ese momento se debió a que la pincharon con un alfiler). El filme también incluyó algunas breves escenas de desnudos. En Europa la película se consideró una obra de arte, excepto en Alemania donde fue prohibida por el origen judío de la protagonista; en Estados Unidos, en cambio, la prohibieron por “demasiado sexual”. Lo cierto es que “Ecstasy” la hizo muy conocida. La actriz llegó a Hollywood en 1938, huyendo de la inminente guerra, y fue entonces cuando el productor Louis B. Mayer le cambió el nombre por Hedy Lamarr. En EE.UU., Lamarr filmó varias películas con actores famosos, entre ellos Clark Gable y James Stewart. Pero Hedy se aburría de que le ofrecieran siempre los mismos papeles de “belleza misteriosa y exótica”, y tampoco le gustaban las constantes fiestas del ambiente. Entonces ocupaba su mente pensando en invenciones varias como tabletas solubles, propuestas para mejorar los semáforos, cajas de pañuelos de papel, etc. Y tuvo una idea revolucionaria que surgió de una conversación con el compositor George Antheil. Cuando vivía en Austria, Lamarr estaba casada con el vendedor de armas Friedrich Mandl, y escuchó una charla de su entonces marido y algunos jerarcas nazis, sobre “la necesidad de crear un aparato que permita controlar torpedos aéreos por radio y reducir el peligro de interferencias”. Lamarr se lo comentó a Antheil, y juntos decidieron que la mejor idea era evitar las interferencias enviando a los misiles señales de radio sincronizadas en varias longitudes de onda; después los misiles podrían ser controlados para que dieran en el blanco. La actriz patentó este sistema de comunicación en 1942, pero recién despertó el interés de los militares veinte años después, durante la crisis de los misiles con Cuba, cuando la Marina comenzó a usar la tecnología en sus naves. El sistema continuó evolucionando en las décadas siguientes hasta que se convirtió en un componente fundamental en tecnologías usadas hoy, como el Wifi y Bluetooth. Lamarr había cedido su invención a los militares, por lo que nunca cobró un centavo por ella, pero en 1996 (cuatro años antes de su muerte) al menos recibió el Electronic Future Foundation’s Pioneer Award. Cuando la actriz se enteró del reconocimiento, se limitó a decir “Ya era hora”. La historia de Hedy Lamarr y sus invenciones está narrada en el libro “La locura de Hedy: vida e inventos revolucionarios de Hedy Lamarr, la mujer más hermosa del mundo”, de Richard Rhodes. Cuando la actriz fue elogiada por su contribución a la tecnología de la comunicación, ella explicó que solo estaba siguiendo sus instintos. “Mejorar las cosas es algo que me sale naturalmente”, dijo. No es poco. (Fuente: Open Culture, Wikipedia)
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