Los publicitarios que hayan trabajado freelance o lo estén haciendo ahora lo saben: tiene sus ventajas y sus desventajas. Hasta acá, nada nuevo. Pero, ¿saben de dónde viene la palabra? Yo tampoco lo sabía y encontré el dato en el maravilloso libro “El apasionante origen de las palabras”, del historiador Daniel Balmaceda. Como todos sabemos, trabajar freelance es forjar una carrera sin comprometerse con un empleador. Es más o menos decidir para quién trabajamos y por cuánto tiempo. Podemos decir que ser freelance es, en cierto sentido, ser un mercenario corporativo que trabaja para el que paga más. Bueno, este es precisamente el origen del término. Cuando la palabra “freelance” se empezó a usar en inglés a principios del siglo 19, se refería a un mercenario del medioevo que luchaba para la persona o el país que le pagara más. La evidencia escrita más temprana es nada menos que la novela “Ivanhoe”, de Sir Walter Scott; allí, un señor feudal se refiere al ejército pago que ha formado como “my Free Lances”. Sucede que, desde luego, estos guerreros eran lanceros (su arma era la lanza). La palabra se empezó a usar rápidamente y obtuvo dos nuevos significados: por un lado, se refería al político no afiliado a un partido (independiente) y por el otro a la persona que hace un trabajo por su cuenta, sin empleador. Lo curioso es que si bien la palabra es del siglo 19, originalmente correspondía a la Edad Media. ¿Cómo se llamaba en aquel entonces a los luego denominados “freelancers”? Según parece, con varios términos: “stipendiarii” (aquellos que peleaban por un estipendio), “soliderii” (soldados) o “mercennarius” (mercenarios). En fin, elijan ustedes cuál les gusta más. (Fuente: “El apasionante origen de las palabras”, de Daniel Balmaceda; merriam-webster.com)
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