Como todos sabemos, David Bowie fue un enorme cantante, compositor y actor. Lo que no muchos saben es que, además, fue proveedor de servicios de la entonces reciente Internet. Su reputación fue siempre la de ser un tipo que estaba adelante de los demás y, por si hacía falta, esto lo confirma. A fines de la década de los 90, Bowie se dio cuenta del potencial de Internet como una fuerza comercial y cultural, por lo que no solo lanzó su propio sitio web (algo que la mayoría de los grandes artistas recién empezó a hacer una década después) sino que, además, se convirtió en emprendedor al crear su propio servicio. Se llamó BowieNet, y por unos 20 dólares al mes, ofrecía a los fans acceso a Internet de “alta velocidad” y también a “David Bowie, su mundo, sus amigos, sus fans, incluyendo chats en vivo, transmisiones de video en vivo y salas de chat”. Así lo anunciaba la comunicación de prensa publicada en 1998, que también prometía transmisiones en vivo desde el estudio, mensajes de Bowie en texto, audio y video, elementos como screensavers, wallpapers e íconos, y una dirección de email con el dominio del servicio: tunombre@davidbowie.com Muchos de los aproximadamente 100.000 usuarios del servicio aún recuerdan el sentido de comunidad que imperaba en los grupos de mensajes. Un periodista de The Guardian definió el sitio como la primera red social centrada en la música, varios años antes del nacimiento de Friendster y MySpace (ni hablar de Spotify). Y el mismo Bowie se daba una vuelta de vez en cuando, usando el alias “Sailor” para compartir información, contestar preguntas de los fans, comentar un álbum reciente (habló maravillas de “Funeral”, disco debut de Arcade Fire), desmentir rumores, hacer chistes o contar historias (entre ellas, la vez que él y John Lennon se pusieron a llamar a estaciones de radio). El músico no solo daba su nombre al servicio, sino que se involucraba a fondo explorando nuevas tecnologías para que los fans siguieran conectados y excitados. Solía decir que se trataba de “la experiencia, lo nuevo”. Se había hecho fanático de Internet y se pasaba el día conectado. “Primero leo todos mis emails”, dijo, “y después estoy una hora o más recorriendo mi sitio web”. Incluso lo entusiasmaba la posibilidad de subir su música online. Algo que siguió haciendo aun cuando la tecnología dejó atrás a su servicio de Internet, que fue cancelado en 2006. Nos queda, desde luego, la música. Y está online. (Fuente: Open Culture)
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