En su momento, Jerry Lewis fue tal vez el actor más famoso del mundo. Hoy, en cambio, se lo recuerda casi exclusivamente por haber sido el autor original de “El Profesor Chiflado”, cuya versión de 1996, que contaba con Eddie Murphy interpretando a varios personajes, fue un suceso tan tremendo que llevó a la realización de una olvidable secuela. Pero lo cierto es que, además de esa película, Lewis protagonizó, escribió y dirigió docenas de buenos filmes que, además, fueron éxitos arrasadores. Empezó actuando en pareja con el gran cantante y actor Dean Martin en clubes en la década de 1940, y luego en varias comedias, cada una más popular que la anterior. (La mejor tal vez sea “Sailor Beware”, de 1952, conocida en español como “¡Vaya par de marinos!”, “Qué suerte tiene el marino” y otros títulos igualmente imbéciles. Este filme incluye la, para mí, mejor escena de Jerry: en un enorme playón, cientos de marineros están haciendo gimnasia y él está en primera fila haciendo cualquier otra cosa; es una escena tan breve como extraordinaria, y felizmente está en YouTube. No se la pierdan.) El dúo Martin & Lewis gozó de una fama increíble durante los años 50. El documental “Method to the Madness of Jerry Lewis”, producido por el mismo actor y por eso no demasiado objetivo, muestra escenas de la pareja siendo adorada por sus fans. No es exagerado comparar esas escenas con las que, poco tiempo después, iban a protagonizar los Beatles. Pero el dúo se separó, y no en los mejores términos. A continuación y para sorpresa de muchos, comenzó la carrera “solista” de Jerry, que incluyó excelentes películas, en algunos casos también escritas y dirigidas por él, como “The Bellboy”, además de la mencionada “El Profesor Chiflado” (“The Nutty Professor”, 1963). Todo lo que hizo fueron comedias y Lewis no estaba del todo satisfecho con esta situación: él quería, según sus propias palabras, “ser tomado en serio como un artista”. Tenía sus ambiciones. Por eso pensó que el filme “El día que el payaso lloró” (“The Day the Clown Cried”, 1972) iba a cambiar la percepción que todos tenían de él. Lo hizo, pero no de la forma en que él esperaba. La película nunca llegó a estrenarse, y vamos a ver por qué. Fue dirigida y protagonizada por Lewis y se basó en un guion de Joan O’Brien y Charles Denton. Es la historia de un payaso alemán llamado Helmut Doork (una variante de la palabra “dork”, que significa idiota, cretino) al que conocemos al comienzo de la Segunda Guerra Mundial. Doork fue muy exitoso en su carrera pero ya no lo es: triste y deprimido, se emborracha en un bar y se burla a los gritos de Alemania mientras imita ferozmente a Hitler. La Gestapo lo arresta y lo lleva a un campo para prisioneros políticos, donde permanece tres años esperando un juicio. Pero resulta que a ese campo llega un gran número de prisioneros judíos, entre ellos muchos chicos. Doork actúa para ellos desde el otro lado de una alambrada y a los chicos les encanta. El payaso está contento al ser apreciado otra vez y el comandante del campo le encarga ayudar a subir a los chicos judíos a los trenes que se los llevan fuera del campo. Debido a un error, Doork termina subiéndose al tren con ellos. El tren se dirige a Auschwitz. Sintiéndose culpable, el payaso pide que lo dejen acompañar a los chicos que van a ser ejecutados en cámaras de gas. A último momento, Doork decide quedarse con ellos. De acuerdo con la que parece ser la única copia disponible del guion, la última escena es una cámara de gas vista de afuera; se oyen risas de los chicos mientras el payaso los entretiene en los momentos previos a su horrorosa e inminente muerte. Fin. El resumen del argumento quizá no haya dejado en claro un importante detalle: la película es una comedia. El guion sostiene específicamente que la interpretación debe ser humorística (“played for laughs”). ¿Cómo llegó Jerry Lewis a hacer este filme, y qué pasó después? Lewis fue contactado originalmente por el productor Nathan Wachsberger, quien le ofreció la posibilidad de protagonizar y dirigir la película. Ese ofrecimiento ya había sido rechazado por otras estrellas más sensatas, como Bobby Darin, Milton Berle, Karl Malden y Dick Van Dyke. En principio, Jerry no estaba convencido; el guion lo asustaba y llegó a proponerle al productor que contratara a un actor serio como Laurence Olivier en su lugar. Pero luego pensó que podía contribuir a narrar los horrores del Holocausto y aceptó. Como preparación para el rodaje, en 1972 visitó los campos de concentración de Auschwitz y Dachau, filmó edificios en París para tomas exteriores y solo comió pomelos por seis semanas para bajar casi 20 kilos. Según Lewis, se reunió con un hombre llamado Rolf Greiber, encargado de bajar la palanca en las cámaras de gas de un campo de concentración; Jerry quería consultarlo para que la descripción de los campos fuera precisa, pero afirmó que le llevó un mes y medio hacerse del valor suficiente para hablar con Greiber. La filmación, que se inició en Suecia, estuvo plagada de problemas. Lewis parecía “distraído, nervioso, preocupado”, según algunos integrantes del elenco; su preocupación era el dinero, que no aparecía o aparecía demasiado tarde. El productor Wachsberger nunca fue al set; más aún, se quedó sin plata, por lo que Jerry puso dinero de su bolsillo para completar la película. Productor y director se amenazaron con juicios y, una vez terminado el filme, Lewis se lo llevó para asegurarse de que no se perdiera para siempre. Incluso anunció que lo iba a presentar en el Festival de Cannes de 1973, luego de lo cual se estrenaría en los Estados Unidos. Pero esto nunca sucedió. Las razones para ello varían de acuerdo con quien las formule. Algunos afirman que el filme quedó atrapado en medio de litigios internacionales, por lo que estrenarlo provocaría una catarata de acciones legales. Otros sostienen que es, redondamente, la peor película de la historia. El actor Harry Shearer (uno de los tres “Spinal Tap”) asegura que lo vio y que “en muy raras ocasiones uno se encuentra en presencia de un objeto tan perfecto; la película es tan drásticamente errónea, sus intentos de comedia tan salvajemente fuera de lugar, que es imposible mejorarla”. Shearer agregó que para Lewis “El día que el payaso lloró” era su mejor oportunidad de ganar un Oscar, y que por eso la hizo. La guionista Joan O’Brien dijo que el primer corte del filme era un “desastre”, sobre todo por los cambios que le hizo Lewis a la historia; en el guion original, el payaso era un “verdadero bastardo” y Jerry lo hizo más simpático. Su argumento, declaró O’Brien, era sobre la redención de un hombre egoísta, pero Jerry convirtió la historia en una comedia oscura chaplinesca, al estilo de “El gran dictador”. Jerry Lewis nunca fue demasiado claro sobre las causas para no estrenar la película. En un reportaje de la revista Entertainment Weekly, sostuvo que el filme era muy malo porque él había “perdido la magia”. “Ustedes nunca la van a ver, nadie la va a ver, porque me da vergüenza el pobre trabajo que hice”, dijo. Pero cuando el periodista le dice que, a esta altura, hay solo dos posibilidades: o es el peor filme de la historia o es mejor que “Citizen Kane”, Lewis se muestra evasivo y no admite ninguna de esas opciones. Pero sí reconoce que él tiene la única copia de la obra “en una bóveda” y que el público podrá acceder a ellas recién después de su muerte. El website oficial del Museo Jerry Lewis, por su parte, comunica que el actor y director espera poder “completarla” algún día. Lo que resulta más difícil de creer es que en más de una oportunidad se habló sobre posibles “remakes”, sobre todo luego del estreno de películas con temas similares. Una de ellas fue “La vida es bella”, del inexplicable Roberto Benigni; otra, “Jakob the Liar”, con Robin Williams, estrenada en la Argentina con el imbécil título “Una señal de esperanza”. Los planes para una nueva versión de “El día que el payaso lloró” incluyeron actores muy conocidos en el papel principal; entre ellos el mismo Williams, Richard Burton y William Hurt. En Francia, donde la adoración por Jerry Lewis no tiene límites, aseguran poseer 75 minutos de la película, y varios críticos han escrito ensayos acerca de ella. Hace relativamente poco, surgieron algunas escenas del filme en YouTube (cuándo no) pero se trata solo de pruebas de maquillaje y vestuario. Es cierto que después de 42 años, el asombro producido por el concepto de la película no parece ser tan grande, y menos después de que “La vida es bella” ganó un Oscar. Sin embargo, el misterio sobre “El día que el payaso lloró” no ha hecho más que crecer. Tal vez algún día salga a la luz. Si esto sucede, yo ya decidí que no la voy a ver. (Fuentes: FilmThreat, Wikipedia, Entertainment Weekly, IMDb)
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