Tradicionalmente la medida de conocimientos de una persona se evaluaba por el Coeficiente Intelectual (IQ en inglés), una serie de pruebas de lógica que mide la memoria, la información intelectual que posee (la célebre “cultura general”), la capacidad asociativa y de matemáticas.
Hace más de veinte años surgió lo que conocemos como Coeficiente Emocional, caracterizado por la Inteligencia Emocional, que es la habilidad de sentir emociones, auto regularlas, expresarlas y relacionarnos con el entorno y con las demás personas.
A estos dos se ha sumado el del Coeficiente de Adaptabilidad, que, actualmente, es clave para acceder a nuevos trabajos, reinventarnos profesionalmente e incluso, saber sortear todo tipo de desafíos en la vida.
En los tiempos actuales, cambiantes y revueltos, son los últimos los que funcionan integradamente para abrir mejores oportunidades, ya que permiten aprovechar al máximo la neuroplasticidad cerebral, una función propia del cerebro de expandirse y contraerse si le damos los estímulos adecuados.
- La inteligencia es importante, pero la adaptabilidad lo es más
Lo mínimo que se requiere hoy en el mundo es un coeficiente intelectual adecuado para la tarea, y una inteligencia emocional equilibrada.
Sin embargo, se hace imprescindible contar con un Coeficiente de adaptabilidad más desarrollado como condición para absorber nueva información, determinar la relevancia de los problemas, resetear el conocimiento obsoleto que ya no sirve para el presente, superar los problemas, ser valiente, creativo, decidido, innovador y flexible.
- 5 formas de entrenarte
Para desarrollar el coeficiente adaptativo puedes empezar ahora mismo leyendo otro tipo de libros más que los técnicos, tomando cursos y seminarios, interactuando en actividades de networking y reforzando todas tus competencias personales y profesionales que sabes que necesitas mejorar:
- Enfócate en el auto conocimiento: es la base de tu desarrollo
El punto de partida es conocerte a ti mismo. Es una oportunidad maravillosa para crecer como personas. Este mundo necesita de sensibilidad, arte, belleza, personas empáticas y que logren conexiones genuinas a través de lo que hacen. Además, sugiero que sintonices con tu dimensión espiritual, del alma o como quieras llamarlo: el sentido trascendente y de legado en lo que haces.
2. Incorpora habilidades blandas: anímate a salir de la caja
La mayoría de los profesionales y trabajadores tiene un dominio técnico, que representa sólo el 50% de lo que hoy pide el mundo. La otra parte es soft, como la comunicación asertiva, habilidades para hablar en público y exponer tus ideas, trabajar en equipo con personas muy distintas a ti, y gestionar tus emociones.
3. Desarrolla la curiosidad: haz lo que un robot no podrá hacer
Sentir, pensar emocionalmente, conectar con sentimientos, son inteligencias emocionales y adaptativas que tenemos los humanos. Esto nace de una incesante curiosidad por aprender de otras disciplinas más allá de lo técnico. Cuando Steve Jobs estudió caligrafía para pasar el tiempo en la universidad, jamás pensó que diez años después eso lo llevaría al éxito al crear Macintosh, el primer ordenador con tipografías de gran belleza y versatilidad.
4. Crea tu Marca Personal: sé más que un buen técnico en tu materia
El valor agregado, tu milla extra y tu huella digital puesta como Marca Personal en lo que haces serán clave en este nuevo tiempo. “La Marca Personal es lo que los demás dicen de ti cuando no estás presente”, afirma Jeff Bezos, el fundador de Amazon. Para poder desarrollarla, crea impacto con tus acciones; comunica con responsabilidad; entrénate en liderazgo y en habilidades que te permitan tomar las riendas y la responsabilidad de tu vida.
5. Evita ser un genio rígido: lo que sabes puedes expresarlo de múltiples formas
Cualquier actividad de hoy necesita de adaptabilidad, desde las finanzas y la tecnología, hasta la educación y el arte. Podrías ser excelente tal y como has funcionado hasta ahora… sólo que poco a poco quedarías excluido porque el mundo necesita otra cosa. Quizás seas excelente en tus dominios técnicos, pero totalmente inadecuado en tu relación con los demás: este es un ejemplo de lo que ya no tiene cabida.
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