Se llamaba Eric Arthur Blair pero eligió el seudónimo George Orwell. Y si él eligió ese nombre para escribir, la cultura universal lo eligió como adjetivo: para hacer referencia a un régimen distópico y totalitario, hoy se dice “orwelliano”. No hay muchos escritores con ese privilegio; otros ejemplos que se me ocurren ahora son Dante y Kafka. Esta adjetivación de su apellido se debe, claro, a sus dos obras más conocidas, Rebelión en la granja y 1984. Pero el británico Orwell (1903-1950) escribió mucho más que eso, y además fue periodista y crítico. Se opuso al imperialismo de su país, fue socialista democrático y, luego de su participación en la guerra civil española, militó contra el nazismo y el estalinismo. Por si esto fuera poco, tuvo tiempo para redactar sus 6 reglas para escribir. Son cortitas y muy útiles (la última es maravillosa), sea cual sea la finalidad de lo que estamos escribiendo. Sí, incluso si estamos escribiendo anuncios publicitarios.
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Nunca uses una metáfora, símil u otra frase hecha que estés acostumbrado a leer.
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Nunca uses una palabra larga si puedes usar una corta que signifique lo mismo.
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Si es posible eliminar una palabra, hazlo siempre.
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Nunca uses la voz pasiva cuando puedas usar la activa.
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Nunca uses una expresión extranjera, una palabra científica o un término de jerga si puedes pensar en una palabra equivalente en tu idioma que sea de uso común.
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No sigas ninguna de estas reglas si eso te lleva a escribir algo estúpido.
(Fuente: @literlandweb1)
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