Respuesta corta: a Kevin Ashton, un científico informático londinense. Aunque ya sepan la respuesta, vale la pena conocer la historia.
Ashton trabajaba en el departamento de investigación y desarrollo de Procter & Gamble en Surrey, cerca de Londres, y buscaba un nombre memorable para una presentación en PowerPoint que tenía que hacer. Llevaba seis meses intentando convencer a sus jefes de que había que poner tags y sensores en sus productos para así saber dónde estaban: si en un depósito, en una estantería o si se habían vendido. Ashton creía que el nombre de su presentación iba a influir en la decisión de la empresa.
Él sabía que debía incluir la palabra Internet porque los directivos de la empresa estaban excitados sobre ese medio en aquel entonces nuevo, aunque solo existían los websites y casi todo era todavía por teléfono. Mucha gente usaba la expresión “smart packaging” pero a Ashton le parecía aburrida. En su presentación hablaba de la cadena de suministro como una “Network of Things” (red de cosas) y de Internet como una “Network of Bits” (cadena de bits), y sobre cómo la tecnología iba a unir a ambas cadenas. Y entonces se le ocurrió la expresión “Internet of Things”: Internet de las Cosas.
Cuando Ashton hizo su presentación, le fue bien pero tampoco es que revolucionó a su auditorio. Después llegó lo mejor: esa reunión le posibilitó otra reunión con un ejecutivo de Gillette, y la empresa accedió a financiarle su investigación en el MIT, donde fue cofundador y dirigió el Auto-ID Center, laboratorio que ayudó a establecer las bases de la Internet de las Cosas. El tipo siguió usando su presentación original pero durante 5 años nadie usaba la expresión. Hasta que en 2008 adquirió vida propia, en parte porque la “Internet de las Cosas” crecía rápidamente, y en parte debido a un accidente: aquel año, Twitter creció más de un 750%, y los tuiteros necesitaban una manera breve de referirse a Internet de las Cosas, por lo que empezaron a usar #IoT (por Internet of Things, claro). Según Ashton, fue esta abreviatura la que terminó de imponer el término completo.
Hoy se lo conoce como “el padre de Internet de las Cosas”, pero él se mantiene humilde y hasta sostiene que el nombre está mal: “gramaticalmente, habría tenido mucho más sentido llamarla Internet PARA las Cosas”. Demasiado tarde. Gracias igual, Kevin.
(Fuentes: blog.avast.com, @FLBarbella)
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