“Voy a buscar algo” le gritó la niña a sus padres mientras corría hacia la playa, le faltaba algo para adornar el montoncito de arena que había llamado castillo. Con sus pies iba separando ramas, piedras y basura; a lo lejos unos perros ladraban, un papalote se elevaba al viento y las olas cosquilleaban sus deditos.
La pequeña entrecerró sus ojos y puso la mirada en un destello que llamó su atención, se acercó a él a paso veloz e inclinó su cabeza observando aquel objeto brilloso bajo la arena. Esta vez usaría sus manos para desenterrar lo que asemejaba ser una conchita, pero ésta no era como las demás. Pasó sus dedos sobre los restos del molusco para sentir su textura, la miniexploradora no sabía qué clase de piedra había encontrado pero decidió llamarla Estolvata. De vuelta al lugar de su partida, llegó y coronó la edificación arenosa con su hallazgo. Al parecer el pequeño paseo funcionó.
Puesto en un microcosmos, lo anterior es una memoria que me ayuda a describir, creo yo, de manera breve el fenómeno de viajar en busca de lo desconocido. Desde un corto recorrido por el barrio hasta una travesía continental, nos referimos al viaje como algo que expande la mente y enriquece el espíritu, pero… ¿cómo los viajes podrían impactar en el desarrollo de nuestro trabajo, por ejemplo? Para descifrarlo, demos un paseo.
La migración siempre ha estado ligada con mejorar la calidad de vida y en ciertos casos hasta con la supervivencia. Como los primeros nómadas que cruzaron por el estrecho de Bering, las mariposas monarcas o quienes van en busca del sueño americano, todos perseguimos la ilusión de que en otro lugar se está mejor.
A raíz de la propuesta de un amigo, hice un breve consenso entre ilustradores, profesores, escritores, músicos y psicoanalistas para saber qué opinaban ellos acerca del salir de casa y cómo esto influye en el individuo y en su profesión.
El viaje es cambio
Todos los entrevistados coincidieron que el viaje amplía el horizonte y transforma a quien lo experimenta, pero existe una distinción considerable entre viajero y turista. El turismo es una mera visita, un vistazo, una zambullida; en cambio el viaje deja marcas. Viajar trae consigo un nuevo cromatismo del mundo que nos rodea, distintas culturas, hábitos, actividades y nuevas ideas que podemos aprovechar para enriquecernos si estamos abiertos a ello.
La aseveración de que la mudanza nos modifica es irrefutable, pero lo que vale la pena distinguir es que no siempre migrar implica desarrollo, esto depende de la perspectiva con que se observa. No diremos si es bueno o malo, sino de útil o desechable. Emprender un viaje cegado por la apatía de lo que vemos, o por el contrario demasiado vago sin carácter crítico, no sirve de mucho.
Sentir para crecer
Se dice que somos más dueños de lo que soñamos que lo que tocamos y en ese entendido es valioso acentuar que entonces no sólo aprendemos de lo visto sino también de lo sentido; y eso alimenta nuestro trabajo.
Ahora bien, ¿cómo comprueban que viajar impacta su profesión? Los consensados han dicho que esto es posible al contrastar la obra inicial en retrospectiva, moldeada ahora a través de las múltiples experiencias que les ha brindado la migración. Para todos ellos, las sensaciones que se despiertan al viajar, han contribuido a su mejoría.
Consejos para el nuevo explorador
Por otro lado, no significa que el sedentarismo no permita el crecimiento. Viajar no es un requisito obligatorio que mejora la profesión per se, mas sí ayuda en diversos aspectos. Los consejos que pude extraer de mis entrevistados son: ser empático, salir a conocer, analizar con ojo crítico, abrirse a las posibilidades al igual que prepararse para el regreso. Partir de casa puede ser un acto de valentía y aventura que involucraría también estar listo para el retorno, si así se desea.
En resumen, el viaje dígase físico o mental, puede ayudarnos sólo si asumimos una mentalidad abierta a la novedad con el afán del encuentro. Quizá la historia de aquella niña que salió en busca de eso que le faltaba, sea ejemplo para considerar que el viaje comienza con el deseo; y como ya los dijo Eduardo Ruiz Sosa: “Hemos de reconocer que siempre estamos fuera de lugar, por tanto, todos los lugares nos son posibles”. Bon voyage.
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