Al hablar de creatividad a menudo pensamos en el arte (en particular el pictórico), pero el uso del proceso creativo va más allá de las bellas artes y elegir un color, una nota musical o una tipografía en un cartel, usar el pensamiento como un mecanismo al afrontar las dificultades que vivimos puede resultar bastante efectivo en cualquier disciplina a la que se aplique. En la medicina, por ejemplo, fue posible salvar miles de vidas mediante descubrimientos como las vacunas, la penicilina o la anestesia.
La palabra “pensamiento” proviene del latín pensare o “reflexionar” mientras que “creatividad” procede del verbo creare, que puede traducirse como “engendrar”. Entonces, por definición, podríamos decir que el “pensamiento creativo” es la facultad de introducir por primera vez algo original a través de la actividad intelectual.
Ahora bien, si es cierto que es imposible crear algo de la nada, el pensamiento creativo nos ayuda a resolver problemas mediante nuevas combinaciones de ideas con base a preceptos ya existentes.
Como la mayoría de los animales, nuestro cerebro intenta resolver los problemas por instinto con acciones que han funcionado antes. El ejercicio del pensamiento creativo puede ser más complejo, se trata de forzar nuestra inteligencia a encontrar soluciones poco convencionales e innovadoras.
En su película documental The Creative Brain, el neuro-científico y autor de libros acerca del tema David Eagleman, pone frente a nosotros a distintos profesionales de todo el espectro creativo, tales como Nathan Myhrvold, exdirector de Tecnología de Microsoft, D.B. Weiss guionista y co-creador de Game of Thrones o Nick Cave músico y productor; y analiza su proceso mostrándonos cómo podemos aprender de ellos y ser más creativos. A continuación les dejaré mi reflexión de los puntos que me parecieron relevantes del filme.
Aprende del error
Evitar al máximo la equivocación es parte de un proyecto exitoso, pero anular la frustración y no analizar los errores que han cometido otros (o nosotros mismos), es desperdiciar una oportunidad de aprender. Así como sucede con el síntoma en el cuerpo humano que nos avisa cuando algo anda mal, detectar un pequeño error de manera temprana nos evitará una gran pérdida de tiempo y recursos. No temas a equivocarte, tenle miedo al narcicismo.
Nada surge de la nada
Eagleman señala este punto el cual me recordó a lo que han mencionado antes personas como Pablo Picasso, Mozart o Steve Jobs, ¿por qué no utilizar la sabiduría de los demás y mejorarlo un poco? En su libro Steal Like an Artist, el autor Austin Kleon nos ayuda a entender cómo podemos incrementar nuestra creatividad imitando a otros creativos. La clave de esto es construir sobre aquello que ya ha sido probado agregándole un toque original propio.
Poco de mucho contra mucho de poco
Cuando buscamos especializarnos en algo en particular, estamos eligiendo invertir tiempo en dejar de aprender otras cosas y esto está bien, ya que esto no significa que la especialización no estimule la creatividad, pero en vías de mantener activo el pensamiento creativo de vez en cuando es útil salir a conocer cosas fuera de nuestra zona de comfort. Mantén la mente despierta y encuentra tu balance
Sigue aprendiendo
Cursos de cocina, fisionomía humana, herbolaria, idiomas o geología, pueden parecer cosas sin sentido si buscas estimular tu pensamiento creativo, sin embargo nos reta y propicia un ambiente óptimo para nuevas ideas y mantiene nuestro cerebro con sed de conocimiento.
Promover el pensamiento creativo es afrontar retos, buscar lo original y ser flexible al aprendizaje continuo con una personalidad creativa ante todo. Ten presente que esta personalidad no la define un look hipster o escuchar cierto estilo de música, sino una mentalidad abierta a la reflexión, el análisis y la inconformidad a lo convencional. Cuestiona lo obvio y busca soluciones novedosas con el riesgo que esto implique. Después de todo, la creatividad es necesaria incluso para sobrevivir a los problemas de la vida. ¿No lo crees?
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