En abril de 1815, se produjo una terrible erupción volcánica en Indonesia. El volcán era el Tambora, cuya cima fue arrancada de cuajo por tres enormes e infernales pilares de fuego. Lava anaranjada comenzó a deslizarse por las laderas del volcán, y se produjo un tsunami con olas de un metro y medio de altura que corrían a 250 kilómetros por hora. No se sabe la cifra exacta de víctimas; sí que murieron decenas de miles de personas. La explosión se oyó a 2.400 kilómetros de distancia y la columna de humo llegó a tener 16 kilómetros de altura. Ese humo contenía grandes cantidades de sustancias sulfurosas.
Al principio los efectos de la erupción no parecieron muy dañinos, y hasta resultaban agradables por los hermosos colores que adquirieron los atardeceres: rosados, anaranjados, rojos.
El verdadero problema fue un año después, en 1816. Las sustancias sulfurosas emitidas se mezclaron en la atmósfera y comenzaron a reflejar la luz del sol de vuelta hacia el espacio. En consecuencia, el verano nunca llegó en el hemisferio norte: hubo tremendas tormentas de nieve y heladas, se perdieron las cosechas, no había leña para el fuego, los precios de la comida se dispararon provocando una gran hambruna, hubo inundaciones en la China y una epidemia de cólera en la India, que llegó hasta Moscú. Es por esta razón que 1816 es conocido como “el año sin verano”, “el año de la pobreza” o “el verano que nunca llegó”.
La catástrofe tuvo también consecuencias culturales, algunas de ellas muy importantes. Veamos:
- Los espectaculares ocasos producidos por la ceniza volcánica en la atmósfera dieron lugar, según varios expertos, al tono amarillo/ocre que predomina en muchas de las pinturas del inglés J. M. W. Turner. Un ejemplo es la bella “Chichester Canal”, de 1828.
- La falta de granos para alimentar a los caballos parece haber llevado al inventor alemán Karl Drais a pensar en un medio de transporte sin caballos. El tipo inventó el velocípedo, antepasado directo de la moderna bicicleta.
- Muchos habitantes de la Costa Este de los EE.UU. dejaron sus hogares y se fueron al oeste. Solo de Vermont se fueron unas 15.000 personas, entre ellas la familia de Joseph Smith; esta mudanza inició un proceso en Smith que terminaría en la publicación del Libro de Mormón en 1830, y la creación de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.
Lo de Turner y Drais está muy bien, pero la razón principal por la cual agradecerle al Tambora es esta:
- Lord Byron (a quien ese verano ya lo había inspirado a escribir su poema “Darkness”), Mary Shelley, John Polidori y otros amigos se fueron de vacaciones a Suiza en julio de 1816. Pero la lluvia incesante y el horrible verano los forzaron a permanecer dentro de la casa. Aburridos, decidieron hacer un concurso a ver quién escribía la historia más aterradora. Mary Shelley, como todos saben, escribió nada menos que “Frankenstein o el Moderno Prometeo”.
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