¡Qué difícil ponerle etiqueta a lo intaggeable!
Entrar a una agencia de publicidad es como ser parte de la audiencia de una serie de Enrique Segoviano. Las luces se encienden, los actores salen uno a uno a escena y la producción inicia. El spotlight está por encima de todos nuestros personajes y actuar junto a ellos no sólo se vuelve un placer, sino una de las cosas más geniales que vas a hacer en tu vida, no por nada terminan siendo emblemáticos, representativos y geniales. Entonces nos encontramos con la luz fija en los siguientes protagonistas:
- La ejecutiva, la doña Florinda. No me malinterpreten, pero ella es aquella que tiene todo en orden (en su cabeza); siempre presentable y lista para dar la cara por el cliente. No hay nada que le niegue a su anunciante: ¿Diseños a última hora? ¿Una campaña para ayer? ¿Por qué no?. ¿Cobertura los fines de semana? Obviamente. Claro, la verdad es que nuestra vecindad no sería lo mismo sin ella, pese a que es la primera en salir de escena.
- Director de cuentas, venga Jirafales: El eterno amor de nuestras ejecutivas. Y no, no necesariamente son pareja, pero si he vivido cientos de casos en donde entre ambos se invitan una que otra vez a una tacita de café (y nunca es mucha molestia). ¿Por qué sucede esto? Ellas son las que cumplen a perfección con su trabajo, volviéndose las mimadas de cuentas. Esta relación de cariño entre ambos mantiene completamente equilibrada la vida de agencia, la cual en conjunto es un caos y una tragicomedia constante.
- Nuestro chavo, cualquier creativo: Desde el director creativo hasta el redactor, son aquellas personas que proponen, trabajan arduamente para llevar a cabo todas sus ideas y las desarrollan hasta el final. Claro, a la final de 10 se escoge una cada tanto, pero esa una se termina transformando en lo mejor que le pasa a la vecindad, dándole el prestigio suficiente para llevarlos a todos a Cannes (el Cancún de nuestra pequeña vecindad).
- La chilindrina, mágicos diseñadores: Los que le secundan todo al chavo y terminan diciendo que el mérito es de ellos ya que “el diseño importa”. Y, a ver, no digo que no, pero seamos un equipo. Es la dupla perfecta, dejemos de lado la imagen de la niña llorona (porque eso no les va) y en su lugar enfoquémonos en lo gran sidekick que es de los creativos. Nada mejor que ellos dos cuando crean algo a partir del juego. Su mejores aventuras siempre nos traen una buena carcajada, una sonrisa, un premio mayor o el aplauso del público. Los cambios a última hora, definitivamente son los coscorrones o las retadas que los transforman en una máquina de estrés, llanto, molestias y amarguras.
- Don Ramón, ya no se enojen UX: Entendemos qué difícil es llegar a la quincena, sobre todo cuando no se reconoce lo suficiente su trabajo, se cae el render, se cierran las aplicaciones, no tienen las credenciales y accesos para modificar la web, entre otros dolores, pero no se enojen. Mejor vamos a ver qué están haciendo los diseñadores y veamos cómo podemos molestarlos un momento con el fin de mantener esta tragicomedia con más movimiento en escena.
- Kiko, nuestro cliente: Siempre presente. Lo quiere, lo tiene. No importa que nuestro chavo se quede sin nada, que las ideas se las tumben cual agua de jamaica en charola. Si necesita una adaptación, se la dan las ejecutivas cueste lo que cueste. Nuestros chavos pueden patalear, gritar y reclamar, pero es algo que se tiene que hacer porque nuestro cliente quiere presumir la idea y sus leones, tanto o más que una pelota inflable gigante.
- Don Barriga, el dueño del circo: Ya cuando todo está rodando perfectamente en el escenario, llega nuestro dueño del circo pidiendo artes, campañas, acabados como si fuese la renta. UX es siempre el más perjudicado ya que todo lo que tienen que hacer es lo que más ingresos tiene la empresa y lo que menos tiempo de desarrollo tiene. Cuentas todo lo puede lograr, y el cliente siempre está de su lado. Nuestro chavo no cumple tiempos, pero no importa, con sus pasantías no remuneradas ya lo soporta todo.
Y así rueda nuestra vecindad. Su personajes fluctúan y cambian constantemente, pero juntos formamos una de las emblemáticas comedias del siglo XXI.
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