En mi país existe un maravilloso dicho: “La comida entra por los ojos”, lo cual significa que primero vemos el platillo o bocado y si este luce delicioso es porque efectivamente lo está y debemos probarlo. En un mundo en el que todo es instagrameable y en el que predominan los millennials, tengo que estar de acuerdo con esta premisa y, de hecho, considero que estas dos últimas declaraciones nos enseñan mucho cómo generar contenido para los restaurantes, hoteles y hasta servicios de retail o comida rápida.
Los consumidores han cambiado: ahora lo que más les interesa es la imagen y status que un lugar le pueda aportar a su feed frente a sus seguidores. ¿A qué me refiero? Todo, absolutamente todo, tiene que verse bien para atraer a grandes multitudes. Les diré cómo llegué a esta conclusión por medio de una historia.
No hace muchas semanas salí a cenar con una amiga muy querida. Comentábamos entre nosotras todos los proyectos que tenemos en mente para este año hasta que llegó la carta. Bastante sencilla en apariencia, se podría resumir en cuatro hojas de papel emplasticadas en un cuaderno. Más que los platillos, me llamó la atención cómo se presentaban: nombres extravagantes y divertidos en ambos lados junto a una gráfica de lo que esperábamos recibir, y claro, la recomendación del chef en alto y grande en el centro. Fue entonces cuando noté lo lindo del local, las paredes con gráficas realizadas en tiza, las sillas de metal vintage, la iluminación tenue con lámparas colgantes, el olor a madera… Bueno, ¡una maravilla!
Llegaron nuestros platos y no me puedo quejar; bueno, bonito y barato. Sin embargo, y antes de “entrarle a cuchara”, necesité tomarle una foto porque así es como doy los reviews: “se veía bien y estaba bueno, mira”. Y ahí me golpeó: nuestra experiencia en el local es completamente diferente cuando queremos grabar, mostrar y fotografiar todo. La atención, la comida, el ambiente y todo en general juegan un papel impresionante en el marketing sensorial y las redes sociales, ¿por qué? Porque al postearlo, ¡TODOS QUERRÁN IR!
Después de una linda velada comprendí qué es lo que las marcas necesitan para triunfar: una experiencia que contar. Más allá de las obvias promociones (que sí llaman la atención) también es necesario ofrecer algo que altere para bien tus sentidos: aromas, formas, colores y sabores; un lugar al cual todos queramos ir porque necesitamos esa foto para nuestro perfil, ese plato que nos cambie el día, ese selfie que nos recuerde los mejores aromas y, claro, alimentar ese pequeño monstruo en nuestra oreja que nos dice “es hora de presumir”.
Para ello no se necesitan influencers, se necesita ambiente. Una parte de mi muere cuando consideran que pautar en periódico con una promoción de hamburguesas será increíble. Dime que harás digital, televisión y hasta radio, pero tienes que aprender a mover mis sentidos si quieres triunfar en una industria tan competitiva como aquella que me llega a la panza. Total, aquí todos comemos por los ojos.
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