La personalidad a veces se contrapone a los intereses corporativos de las grandes empresas, vivimos en un mundo donde la libertad de expresión está ganando terreno, sin embargo; aún hay intolerancia hacia ciertas manifestaciones de nuestra personalidad; no todos ven bien los tatuajes, el color llamativo en el cabello o una vestimenta diferente, todavía al día de hoy lo “correcto” es vestir de manera formal. Pero ¿qué es lo correcto y según quién?
Lo ideal sería que cada quien pudiera expresarse, vestir, arreglarse de la forma que considere mejor se adapta a su personalidad, estilo de vida, profesión y además está tranquilo con las críticas que pueda traerle su elección.
En la teoría de la imagen existen estilos de personalidad predeterminados que pueden ayudar a que una persona encuentre su estilo, estos son: la gente natural o sport, los tradicionales o conservadores, los elegantes y sofisticados, los románticos, los seductores, los creativos y los dramáticos.
Cuando un abogado por esencia es elegante, la sociedad lo acoge con seguridad, porque cumple con el estereotipo: transmite profesionalismo, seriedad y sobriedad. El problema comienza cuando este mismo abogado –por ponerlo de ejemplo– decide ser más audaz al momento de vestir, la percepción de la gente cambia e inmediatamente lo etiquetan de la peor manera. Puse un ejemplo con un abogado, pero esto puede suceder en cualquier profesión.
Lo anterior también puede ocurrir a la inversa, cuando una persona que vende publicidad se torna seria en vez de creativa, la sociedad duda de su talento. Pero, ¿esto por qué sucede? ¿por qué imagen es percepción?, ¿por qué nuestra imagen es nuestra marca?, ¿por qué somos lo que parecemos y no lo que hacemos?
El negocio de la imagen personal se ha multiplicado en los últimos años gracias a estas frases, dejando de lado la verdadera personalidad de los individuos y limitándolos a ser quienes los grandes corporativos desean.
No está mal el usar traje y corbata como tampoco está mal usar pantalones rotos y camisetas, lo que está mal es que vayamos a una entrevista de trabajo con pijama, por ejemplo. Los pantalones rotos están muy de moda e incluso con un saco y una camiseta correcta pueden verse muy bien juntos.
El detalle está en perder el miedo a experimentar, a ser naturales y fieles a nuestro propio estilo, en no querer encajar, sino más bien en luchar porque la sociedad acepte nuestras preferencias. Porque si bien la imagen es el como te perciben los demás, también imagen es la que tienes tú de tu persona.
Vístete para el éxito dicen los imagologos, ¿qué más éxito puede haber que el romper el paradigma de los estereotipos?, ¿qué más logro puedes tener que el ser recordado por quien verdaderamente eres? Y sobre todo ¿qué más alto puedes llegar si no es peleando por la libertad de expresión?
AUTOR
Ana Laura Guzmán
Ha colaborado como periodista, locutora y editora de medios nacionales, ha sido funcionaria de gobierno federal en áreas de comunicación y asuntos internacionales, ahora y desde hace 6 años enfoca todos sus esfuerzos a la creación de estrategias de comunicación para diversas agencias, actualmente es Directora General de la agencia Brain Fit.
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