Imagino que ya estarán bastante hartos de recibir el consejo de mirar menos el celular y agarrar un libro de vez en cuando. Sin embargo, este no es un consejo más. Porque no lo digo yo: lo dice la ciencia. Resulta que leer no solo nos da el placer de descubrir nuevos mundos y emociones, sino que además es beneficioso para nuestra salud. Si no me creen, lean esta nota. Y después lean.
Leer reduce el estrés
En 2009 se realizó un estudio en la Universidad de Sussex, en Gran Bretaña, con el objetivo de determinar qué actividad era mejor para reducir el estrés. Leer un libro o un periódico durante solo 6 minutos reduce el estrés en un 68%. Es un efecto superior al que produce salir a caminar (42%), beber una taza de café o té (54%) o escuchar música (61%). Según los científicos, lo que convierte a la lectura en la manera perfecta de reducir el estrés, es su capacidad de hacernos sentir inmersos en el tema y absolutamente distraídos.
Leer (especialmente libros) puede agregar años a tu vida
Un equipo de la Universidad de Yale estudió durante 12 años a más de 3.600 personas mayores de 50 años. Descubrieron que aquellos que leían libros media hora por día vivían casi dos años más que aquellos que solo leían diarios o revistas. Los participantes que leían unas 3 horas y media semanales tenían un 23% menos de posibilidades de morir; los que leían menos de 3 horas y media semanales, un 17%. Los autores del estudio no se anduvieron con vueltas: “Los beneficios de leer un libro incluyen una vida más larga para leerlos”.
Leer mejora tu lenguaje y tu conocimiento del mundo
A fines de la década de 1990, Keith Stanovich realizó docenas de estudios para medir la relación entre la capacidad cognitiva, el vocabulario, el conocimiento de hechos y la exposición a ciertos autores de ficción y no ficción. El resultado de estos estudios fue que los lectores frecuentes tenían alrededor de un 50% más de vocabulario y un 50% más de conocimiento basado en hechos. La lectura produce un efecto de bola de nieve bastante lógico: mientras más leemos, más palabras aprendemos, y con más palabras a nuestra disposición somos mejores para leer y comprender lo que leemos.
Leer mejora la empatía
En un experimento de la Universidad de Harvard, llevado a cabo en 2013, un grupo de voluntarios se dividió entre quienes leyeron ficción literaria, ficción popular y no ficción. Aquellos que leyeron ficción literaria fueron más capaces de predecir cómo iban a reaccionar los personajes y de identificar emociones de acuerdo con las expresiones faciales. Los científicos llaman a esto “Teoría de la Mente”: la habilidad de comprender los estados mentales de los demás. Cuando descubrimos personajes que son sutiles, impredecibles y difíciles de entender, es más fácil lidiar con individuos complejos en la vida real.
Leer estimula la creatividad y la flexibilidad
Otro experimento, esta vez dirigido por Maja Djikic en la Universidad de Toronto, consistió en hacer que 100 personas leyeran un cuento o un ensayo. Luego los participantes completaron cuestionarios que medían su nivel conclusivo, es decir, la necesidad de llegar a una conclusión rápidamente evitando la ambigüedad en la toma de decisiones. Los lectores del cuento aparecieron como más flexibles y creativos que los lectores del ensayo, y este efecto fue aún más poderoso en aquellos que ya leían con frecuencia. Djikic sostuvo que cuando leemos ficción nos acostumbramos a tener la mente abierta ya que sentimos cierta incertidumbre ante lo que va a suceder.
Leer ayuda a transformarte como persona
Es muy difícil que nosotros mismos podamos identificar esos momentos en los que nuestra personalidad cambia o evoluciona, pero parece que la ficción nos puede ayudar a hacerlo. El mismo equipo de la Universidad de Toronto mencionado en el párrafo anterior hizo otro experimento: hicieron que 166 personas llenaran un cuestionario acerca de sus emociones y sus características personales, basado en el llamado Inventario de las Cinco Grandes Emociones, que mide extroversión, meticulosidad, simpatía, estabilidad emocional y franqueza. Luego, la mitad del grupo leyó el cuento “La dama del perrito”, de Chejov, sobre un hombre que se va de vacaciones y tiene un romance con una mujer casada. La otra mitad leyó una versión similar pero narrada con estilo no ficción, como si fuera un informe de un divorcio. Después todos volvieron a responder el mismo cuestionario anterior: muchas de las respuestas de los lectores de Chejov habían cambiado. Ahora se veían a sí mismos de manera diferente, mientras que los lectores de no ficción se habían mantenido igual. Uno de los autores del trabajo asegura que, al identificarse con el protagonista de una historia, una persona tiene emociones que de otro modo no podría comprender.
Insisto: no lo digo yo sino la ciencia. Lean.
(Fuente: Mental Floss)
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