Aquellos que hemos estudiado comunicación y nos desarrollamos profesionalmente dentro de las ramificaciones de esta área, autodenominándonos “creativos” (con complejo de dioses, más aún que los mismos cirujanos) sabemos que el logo de una empresa, institución, emprendimiento, entre otros, es sumamente importante; debe cumplir ciertos parámetros, pero en general debe ser lo suficientemente llamativo como para mencionar de qué trata el giro de negocios, pero conciso y preciso para no querer comunicarlo todo en un solo espacio gráfico. Se podría decir que es casi un arte y, no es que sea experta en ello, pero es necesario conocer los principios básicos de una marca de manera que podamos construir la imagen perfecta para la misma. Pero, ¿cómo lo hacemos?
Es impresionante cómo este año, y por lo menos en mi medio y ciudad, han surgido una cantidad espectacular de PYMES. La gente se encuentra enamorada de la idea de ser su propio jefe, crear productos con atributos diferenciadores y crecer como líderes empoderados de su propio destino. Me parece simplemente genial, ya que ayuda a activar la economía de los sectores productivos y mejora la inversión y percepción de mayoristas y grandes empresas locales e internacionales. Sin embargo, dentro de este gran número también existen pequeños desastres que me han vuelto tuerta; son, claro, esos logotipos que me obliga a girar mi cuello cada vez que paso cerca de donde se encuentran y traen una pregunta grande a mi cabeza: ¿POR QUÉ?… ¿Por qué esos colores?, ¿por qué esos elementos?, ¿por qué esas líneas?… ¡¿POR QUÉ?! Muchos no tienen la respuesta porque sólo son réplicas de Freepik, Shutterstock, entre otros, lo cual duele y mucho.
Repito, no me considero experta, pero quisiera dar un par de tips que, dentro de mi experiencia, puedo destacar con el fin de ayudar a aquellos que no se encuentran inmersos en el mundo de la comunicación por dos razones: 1. Los consumidores merecen un esfuerzo extra, sobre todo porque de verdad se los necesita para que una marca, cualquiera que esta sea, subsista. 2. Necesito ayudar a aquellos que, como yo, no soportan la idea de ver tan poco seso en un logo o, peor aún, mucho seso y poca guía.
Primero: ¿quién es tu marca?
Esto ayuda y muchísimo. Cuando comenzamos a pensar en nuestra marca como una persona, empezamos a ponerle personalidad, forma y fondo. La llegamos a conocer lo suficiente que podemos determinar qué colores funcionan con ella y cuáles no, qué tipo de mensaje quiere comunicar, cómo luce, qué quiere y hasta con quiénes se relaciona. Una vez que tengas es definido, vas a tener un panorama más claro de lo que quieres hacer con ella en términos comunicacionales.
Segundo: ¿qué va a decir tu marca?
Define una línea de comportamiento. Con esto podrás definir con mayor detalle cuáles de todos los elementos que mencionaste en el punto anterior deseas destacar mucho más. Puede ser, por ejemplo, que sea una empresa tecnológica y quieras poder tuercas, computadoras, colores grises, perchas, entre otros, pero con este paso podrás aprender a simplificar. De todo lo que pensaste, qué es lo esencial en tu marca, aquello que la hace única, diferente y destacable. Todos en el mundo tenemos ese “je ne sais quoi” que nos hace nosotros, te cuento que las marcas también. Recuerda: menos es más.
Tercero: Adiós a lo obvio
Puede ser que llegues a creer que lo más esencial de tu marca es justamente lo más obvio que podrías decir sobre ella. “Soy profesora, entonces mi logo tiene que tener un lápiz”… No puedo acentuar lo suficiente lo errónea que es esta frase. Si crees que es así, regresa al paso uno y vuelve a plantearlo todo. Necesitas que tu marca destaque y, para hacerlo, debes encontrar un nombre pronunciable y memorable que se acople perfectamente con lo que hace, lo que quiere, lo que dirá y, claro, cómo se hará notar de entre tantos. Utiliza elementos que de verdad destaquen, sin necesidad de aumentar su tamaño o elevar el tono de su color; incluso una buena tipografía puede bastar. Ah, y sea lo que sea, no pongas un atributo en el logo. Si quieres destacar la rapidez de un servicio, no necesitas poner la palabra “express”, por favor no. Busca variantes, arriésgate con el diseño; ponerle el atributo a un logo es como ponerle de nombre a tu hija “Ermenegilda Cristiana María Lourdes Francisca” en pleno 2018, simplemente no se hace.
Cuarto: No te rompas la cabeza
Si algo he aprendido, no sólo en lo gráfico sino en general, es que las grandes ideas llegan como el mejor amor: cuando menos te das cuenta y sin buscarlo. Inspírate en el día a día, pero no andes de sabueso. Conoce más sobre tu competencia y analiza el camino gráfico y línea de pensamiento que los ayudó a generar un gran logo, mejor aún si es una marca exitosa y memorable. Tómalo con calma, es un logo, no la cura contra el cáncer. Va a salir y de tu propia cabeza esa idea que tanto buscabas, sólo ten en cuenta todo acerca de tu marca.
Quinto: Mira siempre hacia un mismo horizonte
En la cruzada por el logo perfecto encontrarás miles de alternativas que te bombardean; muchas de ellas serán lo suficientemente llamativas como para lograr que quieras replantearte todo, sobre todo si vienen de la boca de algún amigo. Te contaré, nadie es dueño de la verdad y, aunque te sientas tentado por “grandes ideas”, nunca pierdas el horizonte de tu marca. Tú sabes qué vas a comunicar y cómo, no la obligues a seguir un comportamiento que simplemente no va con ella.
Y bueno, eso es todo amigos. De mi lado, espero que esta haya sido una guía práctica y necesaria para cuando necesites crear un logo. Aliento el esfuerzo y el hecho de querer crear algo propio, sobre todo tan positivo como un negocio, pero trátalo como tal, como un hijo que está dando sus primeros pasos.
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