Hasta ahora me gusta lo que veo, lo que escucho, las acciones llevadas a cabo en estos pocos días por parte del ahora Gobierno de México, con el cual también difiero en muchos aspectos. Trato de no dejarme guiar del todo por las notas mediáticas, prefiero ver las conferencias de prensa temprano, mejor conocidas como “los mañaneros de AMLO”, los informes y sesiones. Escuchar de viva voz las propuestas; aquellas que, aunque afectan los intereses de ciertos grupos, están dando esperanza a muchos otros.
Hoy veo a una sociedad que cree, que participa, que por primera vez se siente parte de la toma de decisiones y de algo más grande que está por suceder, que está cambiando de raíz y esperemos que se esté transformando para bien. Un ejemplo es la iniciativa de la nueva reforma educativa que pretende la creación de 100 nuevas universidades, consagra el principio de obligatoriedad de la educación superior en México y la profesionalización del magisterio, que luego de ciertas correcciones, mantiene la autonomía intacta.
Gerardo Gil Valdivia, en El Estado Federal y la distribución de las competencias fiscales, señala que “el centralizar afecta al federalismo como proyecto político y propicia el desarrollo regional desequilibrado” sin embargo, la centralización, en este contexto, entendida como la concentración de funciones en la administración pública, conlleva grandes beneficios como evitar la duplicidad de tareas y cargos que no contribuyen a eficientar la burocracia. Durante casi toda la historia se ha dado un proceso de centralización política y económica y esta es una de las políticas de la actual administración en el sentido de hacer más, con menos.
Justamente ayer, me mandaron una nota y me preguntaron que qué opinaba sobre las recientes manifestaciones del Poder Judicial y lo puedo decir abiertamente, yo sí estoy a favor de la regulación de los excesos en los tres poderes, no obstante, esta reducción debe analizar cada aspecto, porque en ese afán de recortar los beneficios de los altos cargos, también se afecta a aquellos de los puestos de mediano y bajo rango que, a través de sus prestaciones, lograban equilibrar de cierta forma sus ingresos, aunado a la importancia de seguir contando con la autonomía e independencia necesarios para hacer un verdadero contrapeso al poder ejecutivo y ahora también legislativo con mayoría.
Un compañero de mi diplomado está muy asustado por el posible autoritarismo que pudiera fraguarse, cree que nos convertiremos en Venezuela, “en esas condiciones nací y en las mismas me voy a morir” comenta, refiriéndose al 68.
Personalmente, no tengo miedo, al contrario, estoy de acuerdo con las acciones llevadas a cabo y habiendo estado dentro del Poder Judicial Federal, puedo ser testigo de que, en estos últimos meses, el plan de austeridad republicana se está poniendo en práctica.
Ahora, a punto de formar parte de la Administración Pública Federal, desde el área de comunicación social, me tranquiliza saber que se está incorporando a las filas gente preparada y con experiencia, que se está privilegiando la meritocracia sobre el nepotismo, (al menos en este espacio), porque no es el común denominador en los distintos niveles y sectores.
Leo Zuckermann comentaba al respecto de las recientes iniciativas de ley, que hay quien piensa que las cosas se hicieron mal y de forma apresurada, pero, ¿qué pasa si sentamos a negociar a los tres poderes? Se nos va todo el sexenio.
Bien o mal, los cambios siempre traen aspectos positivos, no sabemos qué pasará mañana, pero hasta ahora, me gusta lo que veo desde una perspectiva objetiva y debemos estar muy pendientes de todo lo que acontece y seguir exigiendo lo que México merece desde hace tiempo.
La centralización en la cuarta transformación debe darse para hacer eficiente y optimizar al máximo a la Administración Pública, no para romper con la autonomía e independencia a los demás poderes y niveles de gobierno.
AUTOR Alejandra Cerecedo Constantino:
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