Después de años, ni muchos ni pocos, trabajando en la industria creativa puedo decir que tengo una noción (bueno, tres en realidad) acerca de lo que necesita tener y/o hacer un creativo para poder ser exitoso.
Podría decirse que tengo un radar dentro de mi cabeza: no sólo puedo identificarlos a la distancia, sin siquiera hablarles, sino que también sé si es una persona con grandes ideas cocinándose en su cabeza o sólo un artista sobrevalorado, como de esos directores de cine ególatras de los que se burlaban en South Park (vamos ahí con esas referencias). Es entonces cómo les traigo -redoble de tambores, por favor- las tres claves para volverte un creativo increíble, por ende, codiciado a más no poder.
- Fearless, baby!
No, ni se te ocurra en pensar en la canción de Taylor Swift. A lo que me refiero con ésto es que una mente innovadora de verdad no le tiene miedo a sus ideas. Suena sencillo, pero no me puedes decir que no has callado cuando tienes un copy genial rebotando en tu cabeza, dudado cuando te preguntan “¿y crees que sea buena idea?” después de exponerle tu campaña al cliente, o tartamudeado al comentarle a tus compañeros el concepto creativo que pensaste mientras te bañabas por la mañana. Ésto nos sucede porque sabemos que el fracaso siempre tiene las puertas abiertas, sobre todo cuando, como creativos, estamos siempre con un pie dentro de él y otro posado en la magnífica Gloria de algún premio. Te diré algo: el que no arriesga no gana. Tus ideas jamás pueden ser lo suficientemente grandes como para acabar con tus sueños de llegar a ser tu mejor versión. Grow some balls, cuéntalas una y otra vez hasta que logres ese “wow moment” que tanto esperamos.
- Busca en las zonas grises; allá nadie va, Simba
Una mente brillante y creativa encuentra puntos medios incluso donde parece no haber; es analítico, cuidadoso y sumamente observador, razón por la cual parece que las ideas le llovieran cuando en realidad sólo está buscando en donde nadie se atreve a meter la cabeza. Atrévete a sumergirte en el brief, encontrarle la quinta pata al gato, saber por dónde le entra el agua al coco y por qué los cangrejos caminan de lado. Aprende a hacerte preguntas que nadie se ha hecho, obtén la respuesta y cuestiónala una y otra vez. Puede que divagues, y bastante, pero al hacerlo recorres nuevos caminos, observas otras opciones y, créeme, en una de esas está el famoso “¡YA SÉ QUÉ HACER!”.
- El ego se va por la puerta y entra el talento
Los creativos nos damos duro contra el espejo: somos unos cracks o no somos nadie. Nos presionamos tanto a ser “el primer creativo de 22 años en ganar un león en su primer intento” o “un creativo de equis nacionalidad en llegar a la lista Forbes de jóvenes talentos” (?), pero solo basta un “No me gusta esta idea” para lanzarnos al olvido y de cabeza. Te cuento algo que quizás nos sabías: equivocarte y cometer errores no es el fin del mundo. ¿Por qué? Porque puedes aprender de ellos. Cuando comprendes esto, comienzas a arriesgarte mucho más y mantienes la cabeza en las nubes y los pies bien puestos en el suelo. Sabes que te equivocarás (y mucho) por lo que no te permites ser ególatra (sabes que la caída desde tan arriba duele muchísimo). Si no paras de crecer no dejas que el ego te alcance, y continuas creyendo que eres aquél pasante con grandes expectativas que, hello, las estás cumpliendo una a una todos los días. Cuando el ego se va, comienzas a experimentar cuál científico loco con todo lo que tu cerebro crea, no tienes miedo y sólo inventas, ordenas y vuelves a cambiarlo todo hasta dar con esa idea.
Cero miedo, muchas zonas grises, una dosis gigante de humildad y tremenda capacidad analítica para saber por qué ganaste y por qué no, eso lo resume en dos simples líneas.
Ah, se me olvidaba una cuarta, ésta se encuentra implícita y no debería decirlo porque es básicamente lo que todos los creativos deberíamos hacer: nunca pares de divertirte, de jugar y de saltar. Ese niño que tienes dentro es el que hará que ganes siempre y, si no lo haces, no le importará porque estará pasándola en bomba.
Suerte, padawan, ve por el buen camino.
So long!
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