Factores como la globalización, el acceso tecnológico en los países emergentes y la alta competitividad del mundo laboral nos han llevado a todas las profesiones y oficios a coincidir en una verdad universal: vivimos la época de la especialización.
La fotografía no puede ser la excepción, y acá no estoy hablando de aquellos que se presumen como profesionales por juntar 20 likes en Instagram, sino de la enorme ramificación que hoy alcanza la foto en todas sus modalidades.
En fotoperiodismo, por ejemplo, los grupos editoriales difícilmente podrían apostar a que su especialista de nota roja pueda cubrir la fuente de política, o que aquellos que se dedican a levantar imágenes para las áreas de suplementos funcionen igual como fotógrafos de deportes.
La fotografía artística también ha encontrado su diversificación, igual que la foto de moda o la comercial.
Respecto a esta última quisiera hacer especial énfasis en esta columna, por tratarse del foco de interés de Roastbrief.
Suele ser una confusión constante para un gran número de empresas, quienes no están seguros de cómo nombrar lo que buscan o de no saber qué es realmente lo que necesitan.
Fotografía de producto y fotografía publicitaria no son lo mismo, aunque ambas recaen en la categoría de comercial. A continuación explico las diferencias:
La foto de producto es aquella que se hace para alimentar catálogos, es decir, en la que el producto es el único protagonista y en el que se pretende mostrar el diseño de una botella o, simplemente, informar de qué se trata lo que se vende bajo una representación 2D.
He mencionado que sirve para alimentar catálogos por tratarse de la principal razón para la que se hacen este tipo de sesiones (de acuerdo con mi experiencia), pero también funcionan en otras plataformas.
La foto de producto es básica para entregar como material de prensa en campañas de lanzamiento (aunque no es lo único tipo de foto que se requiere) y, desde luego, resulta muy útil para las redes sociales.
Sobre fotos de producto tendremos una columna más adelante, pero uno de los básicos es cuidar tanto la iluminación como el fondo neutro.
Los medios tecnológicos han impulsado considerablemente la foto de producto, y no solo a nivel de redes, sino que el e-commerce obliga a las marcas a generar registros de este tipo sobre lo que ofrecen al mercado. Digamos, entonces, que este tipo de imagen es básica para cualquier artículo, desde un helado que pueda costar $20 pesos hasta un perfume o un auto de cientos de miles de pesos.
Luego viene, ahora sí, la foto publicitaria.
Este tipo de imagen debería tener como regla esencial la de saber contar una historia.
Para ser fotógrafo publicitario no basta con saber encuadrar o encontrar buenos ángulos de un producto, sino también implica creatividad y reconocimiento de un mercado objetivo.
La sola imagen publicitaria puede no tener como protagonista al producto, pero debe de saber contar una historia capaz de llevarlo a ese lugar.
Más adelante nos adentraremos más en cada una de estas categorizaciones. Lo importante, como fotógrafos, en realidad es reconocer las necesidades del cliente y saberlo guiar hacia el tipo de imagen que busca y que puede recibir de nosotros como fotógrafos.
Por otro lado, los fotógrafos tenemos la encomienda de ampliar los campos de expertise, no dejar lo dominado de lado, sino seguir la práctica e ir por más. Se trata de pasión, cierto, pero también de desarrollar la parte creativa, entrarle al storytelling y desarrollar las habilidades para saber vender nuestro trabajo.
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