Hoy más que nunca, vivimos la era de la imagen.
Hemos cambiado el poder de las oraciones cortas por el de los memes, reconocemos en los videos virales no sólo la vía más rápida para realizar un contenido divertido, sino también para manifestar o denunciar alguna injusticia, y la fotografía es una forma de expresión cotidiana: en la actualidad, se toman más fotos en un día alrededor del mundo que las que se hicieron en todo el siglo XIX.
Por ello, no me queda más que agradecer a Roastbrief por abrir su plataforma cada semana a partir de hoy y poder aportar, redescubrir y discutir un poco de la experiencia de un servidor como fotógrafo, lo que he aprendido en este recorrido que ya suma décadas y que ha mutado en un ir y venir de la etapa de aficionado, a la del artista y a la del publicista. Pero al final, todo es lo mismo: fotos.
Un estudio realizado en 2015 aseguraba que, el ser humano recibía, en promedio, 3 mil impactos publicitarios al día.
Con el crecimiento de los ecosistemas digitales, ese número probablemente se ha visto afectado considerablemente, y de esos impactos, habría que pensar qué porcentaje ocupan las fotografías.
Ahora pensemos en la historia de la fotografía en marketing, que podría encontrar sus inicios en la Primera Guerra Mundial, cuando fue utilizada como herramienta de propaganda.
Posteriormente, en los 30 del siglo pasado, la fotografía con intención de vender algo vivió su primer boom.
Y de ese primer boom habría que comentar algunas cosas.
En aquel entonces, la tecnología fotográfica atravesó, sin saberlo, por una especie de precedente de Ley de Moore: mejoraron los procesos, se hizo más accesible el revelado y mejoró, considerablemente, la calidad de la imagen.
Hoy, la historia se repite y no parecemos reparar demasiado en ello.
Con la llegada de las nuevas formas de comunicación, es decir, de las redes sociales y de la trascendencia de los entornos digitales, la fotografía también ha evolucionado, en calidad, en posibilidades, en usos.
Los teléfonos inteligentes hoy cuentan con cámaras fotográficas que cualquier profesional hubiera deseado hace 20 años.
Debido a lo anterior, hoy cualquiera tiene acceso a tomar una buena fotografía, con una buena calidad en cuanto a composición y con equipos que se ajustan en automático a las condiciones en las que se levanta la imagen.
Pero no es lo mismo fotógrafos que fotografiantes.
La evolución y democratización de la fotografía no está borrando a los fotógrafos, sino que los está haciendo mejores.
Hoy el fotógrafo de publicidad no se limita a una buena foto de producto, sino que ha despertado cada vez más la creatividad para contar una buena historia, para involucrarse de forma más íntima con los objetos y obtener de ellos el mensaje que el público espera.
Qué gran momento para la fotografía y para los fotógrafos si sabemos evolucionar con ella. Ahora sabemos exactamente a qué público le vamos a hablar con cierta imagen de determinado producto y también podemos hacer llegar esa imagen a quien más lo va a apreciar o a aquellos en quien más puede influir.
Es la era de la imagen y de la especialización, y los fotógrafos no estamos exentos. Aquí, en esta columna, lo vamos a discutir.
AUTOR Jonathan Klip Fotógrafo profesional, padre y esposo, director de @RECREAMKT The Happy Coompany. @Jonathanklip e Instagram: @jonathanklip
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