El próximo 17 de octubre Carmen Aristegui regresará a la radio. Para muchos esto es una muestra de que el triunfo del presidente electo Andrés Manuel López Obrador significa el triunfo de la libertad de expresión.
No hace mucho el presidente electo anunció que durante su sexenio haría lo posible para que Aristegui y Gutiérrez Vivó recuperaran espacios en el radio. Sin la necesidad de la proclama de López Obrador, se sabía que Aristegui regresaría a los medios de comunicación tradicionales a la salida de Peña Nieto, pues su principal censor perderá todo su poder a partir de 1º de diciembre, eso en el papel, por que lo cierto es que ya no tiene poder alguno sobre muchas cosas, entre ellas las verdaderamente importantes para el país. Porque la comunicadora representa audiencias y las audiencias dinero a las empresas de telecomunicaciones.
El regreso de Aristegui tiene diferentes lecturas en especial por ser Radio Centro quien llegó al acuerdo con la comunicadora, pero también demuestra la habilidad que Aristegui ha tenido a lo largo de los años para posicionarse como una de las marcas más atractivas entre los periodistas de medios tradicionales de comunicaciones. De acuerdo con el portal informativo Eje Central, Aristegui, habría llegado a un arreglo con el necesitado grupo radiofónico por un millón doscientos mil pesos mensuales, además de un porcentaje sobre lo que ingrese en publicidad durante su emisión, esto no es raro entre las empresas radiofónicas y los comunicadores con mayores raiting, pero tampoco nos asegura que se trata del fin de la censura.
Los problemas y alianzas de la Familia Aguirre y el gobierno, se remontan a los años sesenta cuando el padre del actual dueño del Grupo Radiofónico obtuvo la concesión del canal 13 en 1968 para venderlo al gobierno sólo cuatro años después por su incapacidad de hacer negocio con él. Radio Centro fue uno de los postores en los años noventa cuando se licitó IMEVISION. Más tarde, para quitarle una molestia a los presidentes panistas Francisco Aguirre Jr. actuó en contra de Gutiérrez Vivó y apoyado por Felipe Calderón logró quedarse con Radio Red que era propiedad de Gutiérrez Vivó. En 2015, Radio Centro, ganó la licitación por una de las dos cadenas nacionales de televisión que el gobierno de Enrique Peña Nieto licitó, pero no fue capaz de pagar la garantía y se le retiró la concesión. En agosto de 2017 una vez más Radio Centro ganó la licitación por un canal de televisión de la banda UHF para la Ciudad de México y área metropolitana, un año después el canal continúa sin salir al aire.
Aristegui, como Gutiérrez Vivó en su momento manifestaron sus simpatías por López Obrador y eso le costó al primero toda la animadversión de Martha Sahagún, Vicente Fox y Felipe Calderón, que se encargaron, sin censurarlo de la manera burda en que lo hizo Peña Nieto con Aristegui de sacarlo de la radio dando la orden a un empresario de la radio, de despojar de manera artera de su medio, persiguiéndolo fiscalmente y obligándolo a exiliarse, dejando a centenares de trabajadores en la calle y a Radio Centro con un par más de estaciones.
El sexenio no ha iniciado y más allá de las desdeñosas frases del presidente electo sobre la prensa fifí no sabemos si existirán comunicadores que comiencen a sufrir represalias una vez que López Obrador comience su ejercicio del poder en diciembre. Esperemos que no.
El movimiento de Radio Centro ¿es una manera de intentar congratularse con el gobierno del presidente electo? De otra manera no se entiende porqué no lo hizo durante los años anteriores.
¿Esta alianza entre Carmen Aristegui y Radio Centro es una muestra de la apertura a la libertad de expresión por parte del gobierno de la Cuarta Transformación? ¿o tan sólo es el clásico reacomodo de fuerzas para complacer al presidente en turno en busca de prerrogativas? El servilismo de Aguirre en su momento en el caso Gutiérrez Vivó, como el de Joaquín Vargas de MVS durante los sexenios de Calderón y Peña Nieto con respecto a Carmen Aristegui, o de Olegario Vázquez Aldir de Imagen en el caso de Pedro Feriz de Con, nos demuestra cómo la libertad de prensa en este siglo como en el pasado, queda limitada al ego y la transparencia que el grupo en poder está dispuesta a permitir se devele a la población.
La llegada de Aristegui a Radio Centro podría significar que además de radio, la empresa esté pensando en el noticiero principal de su canal de televisión para la conductora y Carmen también lo vea como otro negocio para ella.
Es cierto que el regreso de Aristegui a los medios tradicionales es importante, la democracia se construye en el mosaico de voces de todos los colores, por lo que sería una verdadera muestra de la libertad de expresión (que podemos esperar el próximo sexenio) la llegada de voces de la derecha que la prepotencia de Enrique Peña Nieto y el servilismo de los medios eliminaron del espectro radiofónico como Ferriz de Con. Hablar del fin de la censura no es creer que porque aquellos con los que simpatizamos tienen un espacio es suficiente.
A lo largo de los últimos años nos hemos polarizado tanto, desconfiamos de los gobiernos y de los medios, que pocas veces somos lo suficientemente maduros para aceptar que una de las opciones que permite la libertad de expresión es la de decidir también desde este lado del cuadrante radiofónico o de la pantalla de televisión a quién queremos escuchar y a quién no, lo que no implica que ese otro comunicador que nos disgusta pueda tener una audiencia tan legítima como la que creemos que tiene aquel que nosotros escuchamos.
El regreso de Aristegui a la radio, en ese sentido, no significa nada. Es sólo un buen negocio para Carmen y para Francisco Aguirre. Hasta que deje de serlo.
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