El lenguaje que utilizas determina tu nivel de experiencia concreta, la realidad en tu mundo. Como lo que te dices se transforma a través de la consciencia en tu inconsciente, todo lo que te digas, se cumplirá. Así lo afirma la neurociencia, que asevera la posibilidad de transformar la vida de cualquier persona cambiando ciertas palabras y expresiones. En el mundo actual se admira a las personas de éxito. Y se las envidia en la misma proporción. ¿Por qué? Fundamentalmente por el efecto contraste: por un lado, quisieras ser como ellas o alcanzar la parte visible del suceso, aunque, por otra, no puedes ocultar tu desazón de no estar en ese sitio; entonces, aparece la envidia y los celos. La mayoría de las personas quieren ser parte del resultado exitoso, aunque no están dispuestos a pagar el precio que esto conlleva. De allí que cualquier disciplina, religión o corriente ideológica que ofrezca “todo listo para digerir” y con el menor esfuerzo, atrae la atención de tanta gente.
- Hackea tu cerebro para acercarte al éxito
La ley del menor esfuerzo y del trabajo a reglamento no forma parte del mundo de los exitosos, simplemente porque son rasgos de una deficiente inteligencia emocional, ya que cualquier persona que aspira firmemente al éxito, sabe que deberá trabajar duro durante muchos años para conquistar su sueño. El motivo por el que millones de personas no logran sentir felicidad, plenitud y abundancia -por sólo poner tres ejemplos- es porque se niegan la posibilidad de éxito. Para alcanzarlo, es necesario hackear tu cerebro, cambiando patrones preconcebidos que te limitan y que, generalmente, provienen de tu primera infancia -hasta los 6 o 7 años aproximadamente-. Como el éxito es una medida personal, cada uno sabrá lo que representa dentro de su cadena de valores. Para algunos será constituirse en un padre o madre ejemplar, y otros querrán trascender a través de sus obras, o hacerse millonarios. Sin importar el enfoque de éxito que quieras para tu vida, debes saber que el lenguaje determina tu estado de consciencia, y ésta, los resultados concretos que vas obteniendo.
- Frases que jamás dicen los exitosos
Aquí tienes una síntesis de algunas sentencias que jamás dicen las personas que tienen éxito: “Me quiero morir”, “No sé qué hacer”, “No es para mí”, “Es demasiado esfuerzo”, “Pero es que…”, “No me animo”, “No sé”, “¿Y si fracaso?”, “Ya estoy grande”, “Ya me equivoqué una vez”, “No voy a intentarlo”, “Que lo haga otro”, “Eso no es para mí: es sólo para personas inteligentes”, “Cuando tenga dinero / una pareja / hijos / una casa / un auto…”, “Más vale bueno conocido que malo por conocer”, “Así estoy cómodo”, “Yo no quiero triunfar”, “A mi no me importa el dinero”, “Todos los empresarios / políticos / personas exitosas son corruptos”, “El dinero es malo”, “Tengo que levantarme temprano y eso no va conmigo”, “Ni loco trabajo un fin de semana”, “Estoy cansado/a”. Y la lista podría seguir. Posiblemente al leerla tomarás consciencia de que, muchas de ellas, no sólo encierran una connotación totalmente negativa, sino que son tan cerradas que te impiden tender puentes de entendimiento y apertura contigo y con los demás. De allí que la mayoría de las personas fracasadas (esas que siempre le cargan la culpa al gobierno de turno, a la mala suerte o a todos los que los rodean), componen su diccionario verbal y gestual en consonancia con esta lista.
- El léxico de los exitosos
En su libro “El hábito del logro”, el académico de la Universidad Stanford Bernard Roth sugiere cambiar algunas expresiones de uso cotidiano, para lograr acercarse más rápidamente al éxito anhelado. La clave es practicarlo permanentemente todo el día, ya que son hábitos muy arraigados. Para cambiar un hábito hay que reemplazarlo por otro de signo opuesto, más potente y permanente hasta que el nuevo reemplace al que te limita. Aquí, algunas de las frases de ese libro, y otras propuestas por el autor de este artículo, con una guía práctica para transformar completamente tu forma de comunicarte de ahora en más:
- En lugar de ‘tengo que hacerlo’ conviene decir ‘quiero hacerlo’
Al combinar el orden de las frases, tanto en el lenguaje hablado como en pensamientos cotidianos, se toma consciencia de las elecciones que lo llevarán hacia adelante. Todas las experiencias que vas viviendo en algún lugar -aunque no te guste- las creaste, provocaste o permitiste. Al afirmar en positivo el desafío de salir de esa zona cómoda tan incómoda, empezarás a cambiar.
- Evita decir ‘no puedo’: di claramente: ‘no lo haré’
Otro problema de quienes se pierden la oportunidad de tener éxito es que tienen muchas respuestas en automático, como en este caso. El “no” en su sentido negativo limitante está tan arraigado, que es lo primero que expresan. Sin embargo, si de verdad no quieres hacer algo, debes aprender a ser claro y contundente, por ejemplo, diciendo específicamente “no lo voy a hacer”. ¿Cuál es el secreto aquí? El “no puedo” es limitante, taxativo y terminante. El “no lo haré” es una elección consciente del poder interno que todos tenemos para escoger lo que queremos para nosotros. Al expresarlo así refuerza su espíritu de libertad para elegir, un eslabón clave de la inteligencia emocional.
- Elimina el ‘pero’. Reemplázalo por ‘y…’
El ‘pero’ anula todo lo anterior; por eso sirve de puente en la formulación de excusas de las más variadas. Al cambiarlo por “y…” le da una orden al cerebro para que -si en verdad lo quiere- se presenten distintas opciones. El ‘pero’ cierra toda posibilidad, mientras que el ‘y’ las despliega delante suyo, además de que pone las dos cosas en el mismo plano de importancia para ser procesadas internamente.
- Suprime el ‘no se’ por ‘puedo aprenderlo’
Dependiendo de los contextos, cuando no quieres avanzar utilizas tantas veces el “no se” que tu cerebro “no te permite saber más”. Sin embargo, si sólo cambias por un “puedo aprenderlo”, te ayudará a incorporar el conocimiento apropiado para que sumes algo nuevo. Internamente, cuando dices “no se” limitas la ilimitada experiencia humana del conocimiento sobre todo lo que sea de utilidad para ti y los demás.
- En vez de decir ‘no entiendo’ expresa ‘ayúdame a entender; elijo entenderlo”
Cuando le dices al cerebro “no entiendo” sobre cualquier cuestión, hay una puerta que se cierra inmediatamente. Más allá de que hay cuestiones que son más complicadas que otras, es importante aprovechar la neuroplasticidad del órgano rector de nuestras habilidades mentales para darle permiso a que despliegue más opciones.
- Cambia el ‘haz las cosas así’ a ‘¿qué pasaría si…?’
En ambientes laborales y familiares se producen fricciones y tensión por el afán de control sobre los demás. Muchas veces no se logran los resultados esperados al impedir que se haga presente la empatía. Un simple cambio en la formulación de una indicación se convierte en una invitación a co crear un resultado mejor. Incluso las demás personas podrán poner su mejor empeño siempre que les expliques el propósito de las cosas, eso que le da sentido. Así, no lo verán como algo hueco o una imposición del líder, sino como un espacio colaborativo.
- ‘Esto me lleva al fracaso’ versus ‘Esto me trae un gran aprendizaje’
A nadie le gusta fracasar; sin embargo, cuando las cosas no salen como esperas, es importante darles la vuelta para resignificarlas en algo constructivo, más allá del necesario duelo.
- En vez de ‘tengo que’ di ‘quiero, elijo’
El ‘tengo que’ es una obligación… y ya sabemos lo que sucede con las obligaciones: a nadie le gustan. En cambio, al expresar ‘quiero’ o ‘elijo’ te das una orden de participar con todos tus recursos en esa nueva experiencia, ya que se trata de una elección que haces, con toda la responsabilidad personal que implica.
- Elimina el “estoy intentando” por “estoy haciendo”
El intentar algo no te lleva a ningún resultado. Es como la queja, que te da una falsa sensación de movimiento sin que consigas nada diferente. Cambia por “lo estoy haciendo”. Al expresar este verbo en acción, tu cerebro generará energía extra a tu valor para ayudarte a dar un paso más en el sentido de logro.
- Palabras mágicas
Para terminar, una serie breve de palabras mágicas, que nada tienen que ver con el ilusionismo: se trata de tender puentes de acercamiento a las demás personas, e incluso con nosotros mismos. Estas expresiones cambian completamente el resultado de las cosas: “por favor”, “gracias”, “aprecio mucho tu ayuda”, “quisiera saber si podrías ayudarme con…”, “es importante para mí”, “lo que siento con relación a lo que dices es…” (para apoderarte de la comunicación, en vez de levantar el dedo acusador hacia el otro); “valoro mucho tu ayuda”.
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