Hola amigas y amigos
Isabel me miró a los ojos y me dijo con seguridad: «grábame con tu teléfono, quiero mostrarte algo». Tal era su convicción y claridad que sin titubear tomé mi teléfono y le pregunté: «¿qué quieres que haga?». Ella me señaló la mesa de la sala de su casa y me dijo «ponte ahí y grábame» y empecé a hacerlo sin tener idea de lo que podía pasar. Al cabo de 10 segundos no podía creer lo que estaba pasando, a los dos minutos me olvidé de todo y disfruté del espectáculo. Isabel se plantó rápidamente en medio de la sala de su casa, justo frente a la mesa del salón y totalmente centrada y mirando a cámara, empezó diciendo «Hola amigas y amigos, bienvenidos a mi canal de YouTube, hoy les voy a presentar…» y sacando unos de sus juegos favoritos, comenzó a explicar cómo se juega. Un tutorial, pues. Isabel tiene 5 años y ha empezado a ver vídeos hace muy poco y siempre con sus padres como compañía y coaches. Creía yo, en mi inocencia, que ella no había tenido tanto tiempo como para aprender este nuevo estilo de comunicación e influencia. El talento y capacidades que se necesitan para hacer un video explicando algo a la cámara, perfectamente colocada y centrada, con el tono de voz adecuado, hablando con propiedad y naturalidad, dar la bienvenida y continuar con una soltura, que si no fuera porque aun no ha dado tiempo que los genes muten, parecería genética. Ella tenía clarísimo que quería compartir algo que sabe hacer bien con los demás. Una necesidad natural que la hacia sentir muy feliz y orgullosa. Al mismo tiempo, estaba el juego de hablarle al amigo que no veo, pero que se que está ahí, detrás del móvil. El amigo imaginario ahora es el que está al otro lado de la tecnología. Además, se sentía muy cómoda hablándole a la cámara, de frente, sin complejos cuando la realidad era que ella sólo me veía a mi, con mi móvil y mi gesto de risa contenida, de admiración y sorpresa.
Claro, una cosa es ver y saber que estos videos existen (por ejemplo, esta niña haciendo un tutorial de floss dance) y otra es ver el «making of» y ser la que graba el vídeo viendo cómo ya de manera natural, Isabel tiene al menos más de la mitad de las habilidades que necesita para hacer sus propios videos.
Mucho se discute y se habla sobre si los influencers deberían llamarse así o de otra forma, o si lo que logran con sus audiencias es realmente influencia (emocional, de conocimiento o comercial) o es otra cosa. Estamos ante un nuevo paradigma, no de comunicación, sino de cómo se genera la matriz social de líderes de opinión que marcan tendencias, patrones y hasta dan coaching y guía. Este video de LuzuVlogs (YouTuber español) es sólo un ejemplo que este papel de guías que pueden cumplir. Propongo pasar del miedo o suspicacia, a la apertura y la observación. Por momentos, puede ser todo un reto aceptar, que una de las respuestas que se escuchan, cuando le preguntamos a un niño de 6 o 7 años «¿qué quieres ser cuando seas grande?» sea:
«yo quiero ser YouTuber».
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