Un cliente manda un brief para un pitch el lunes, especificando que hay 6 agencias invitadas y que se tiene que presentar el viernes. 5 de las 6 agencias aceptan la invitación y las condiciones. Tú lo llamas para tratar de explicarle clara y respetuosamente por qué has decidido declinar la invitación. De pronto una persona interrumpe el conference y te dice:
“Sí, ya nos habían dicho que ustedes son medio pickis pero yo no le quiero quitar la oportunidad a quien quiera darme una muestra gratis de lo que sabe hacer”
Una «MUESTRA GRATIS”.
La palabra te retumba en la cabeza. Muestra gratis. Como si tu trabajo, el trabajo de tu agencia, el pensamiento y talento de toda la gente que trabaja en ella y en esta industria fuera algo que se pudiera “repartir gratis”, así, como en el pasillo del Cosco, en un alto en un crucero o en una promo de fin de semana en Walmart.
Muestra gratis.
Lo quieres matar. Quieres meter el puño por el auricular y romperle la nariz. Aguantas. Respiras. No tiene caso. Le dices entonces al tipo, que ni siquiera conoces, que no, que no se trata de “ser pickis”, que esto no tiene que ver con ellos en particular y que por favor no piense que has decidido declinar por “picki”, mamón, ni nada por el estilo, sino que simplemente en tu agencia están tratando de hacer las cosas de mejor manera y que tienes que ser congruente con eso. Agradeces de nuevo la invitación y les deseas la mejor de las suertes con el proceso.
La chica con la que hablabas antes de que el tipo interrumpiera la conversación te dice que entiende, que te agradece la claridad y que respeta tu decisión. Se escucha un poco apenada por lo de la “muestra gratis”.
“Es una lástima, realmente teníamos ganas de ver su trabajo, ya será en otra ocasión”, te dice antes de despedirse.
“Muestra gratis”, te quedas pensando. “¿A eso ha llegado nuestra industria?, ¿ahora damos muestras gratis?”
La publicidad es una industria increíble. Llena de gente talentosa y apasionada. Gente creativa, obsesionada con las ideas. Tan obsesionada, a veces, que es capaz de regalarlas con tal de verlas realizadas. Eso me ha pasado. Y seguramente les ha pasado a muchos. Han sido muchas las veces que he sido capaz hasta de decirle a un cliente “yo pago esta idea, pero hazla”, porque creo en ella. En una ocasión hasta me jugué con Joaquín Bueno, nuestro querido cliente de Dormimundo en DDB, un presupuesto para una filmación en un partido de ping pong porque queríamos sí o sí filmar ese anuncio con Simón Bross. Si perdía, la agencia pondría lo que hacía falta. Si ganaba, lo pondría él. Afortunadamente, le gané. Pero de haber perdido lo hubiera puesto, feliz, con tal de filmar la idea como nosotros pensábamos que tenía que ser.
Así es la publicidad. Los que la amamos priorizamos siempre las ideas sobre todas las cosas. Incluso sobre el dinero. Pero de ahí a “dar una muestra gratis”, hay una diferencia enorme.
No sé en qué momento dejamos de respetarnos tanto a nosotros mismos que somos capaces de decirle a un cliente que sí, que podemos poner a trabajar a la agencia sin que nos pague y en CUATRO días hacerle una campaña especulativa, rezando porque le guste más que las otras 5 que le presentarán nuestros colegas.
No entiendo por qué hay tantas agencias que dicen que sí, a lo que sea, con las condiciones que sean, como sea.
“La agencia que gane el pitch, ¿estará ganando qué exactamente?” le preguntaba a esta clienta en nuestra primera llamada “¿Un fee?, ¿una relación a largo plazo?, ¿tienen claro el scope of work?”
“Bueno, en principio estábamos pensando pagar el proyecto y después ya ver, obvio si la agencia lo hace bien y las cosas funcionan pues el año que entra podríamos ver si llegamos a un acuerdo y establecemos un fee”
O sea, a la “muestra gratis” hay que agregarle una “prueba de manejo” entonces. Pagada, sí, aunque no sepamos de cuánto estamos hablando, pero prueba de manejo al fin.
¿A eso apostamos?, ¿es eso lo que queremos?, ¿estamos contentos y satisfechos con que en nuestra industria las cosas se manejen así?…o estamos dispuestos a hacerle ver a los clientes que lo que hacemos tiene un valor, que nuestras agencias están llenas de gente talentosa, que le chinga como pocos y que también tiene que cobrar, no por un proyecto, sino mes con mes.
Sé que no soy el único. Sé que hay muchas agencias trabajando seriamente para recuperar una posición de respeto ante nuestros clientes a través de trabajo serio y profesional. A esas agencias, mis respetos.
Sé también que esto no es culpa de los clientes. Suena muy jodido pero, como dice el dicho, “a quién le dan pan que llore”. Si nosotros no establecemos las reglas, si nosotros no somos capaces de generar procesos y prácticas mejores, seguiremos así. Ojalá seamos más los que nos demos cuenta de que el camino de la congruencia es más lento y más complicado, pero a la larga es mejor. Ojalá.
Por lo pronto nos hemos quedado fuera de otro pitch.
Me duele perderme la oportunidad de ganar un nuevo negocio, pero es así. Le deseo mucha suerte a las 5 agencias que han decidido regalar muestras gratis de su trabajo. El sábado que vaya al Cosco y me regalen un vasito de cacahuates me acordaré de lo mucho que se valoran a sí mismas y a su gente.
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