La publicidad, el bello arte de saber mentir. Una cualidad que cualquier publicista debe dominar para capturar esos momentos breves y valiosos de la atención de su audiencia. Como todo arte, esta es una habilidad que se ha venido perfeccionando desde la antigua Grecia, con el estudio de la retórica. Los padres del discurso persuasivo fueron los Sofistas atenienses como Protágoras, quienes se dieron a la tarea de perfeccionar y desarrollar un conjunto de técnicas fundamentales para transmitir un mensaje de forma apropiada y convincente. En un océano lleno de tiburones, el mundo de la publicidad se vuelve cada vez más violento. Los publicistas nos armamos de todo tipo de técnicas creativas para que nuestra marca llegue a conquistar ese preciado momento ZMOT. Nuestro reto es lograr que nuestro mensaje tenga la fuerza suficiente para que las personas se suscriban a nuestro blog, compartan nuestro contenido, descarguen nuestra app o compren nuestros productos. En esta búsqueda del concepto ideal, los publicistas podemos perder la cabeza. No nos debemos confundir, aunque la publicidad sea el arte de la persuasión, no debe estar basado en el engaño. Para Aristóteles, la retórica solo sirve si es para convencer de la verdad. Si le atribuimos a nuestro producto más valor del real, eventualmente vamos a perder más clientes de los que ganamos. El epicentro de este dilema no radica en la implementación de la retórica como técnica persuasiva, sino en la base de nuestro argumento. Como creativos, debemos asegurarnos que nuestro concepto no esté fundamentado en una falacia. Si tenemos dudas de esto, ¡cuidado! porque podríamos estar cruzando la delgada línea entre persuadir y engañar. Cometer este tipo de fraude puede traerle consecuencias graves a la marca que representamos; desde pérdidas de mercado, hasta demandas legales, como en el caso de: Bayer, Kellogs, Nutella, Sketcher, solo por citar a algunas. A continuación, les mencionaré algunos de los errores de la lógica que son más utilizadas por las marcas. Favor proceder con precaución.
Argumento Ad verecundiam
Como deportista profesional, recomiendo beber todos los días jugos de mi casa para ser exitoso. Esta falacia consiste en argumentar que se tiene razón, solo por poseer una posición de autoridad. Este argumento lo hemos visto repetidas veces en comerciales de productos de aseo personal o productos medicinales. Apelar a una autoridad es un buen discurso cuando la persona citada es un experto en el campo; pero cuando un médico recomienda un jugo que tiene muchos aditivos artificiales solo porque dice tener vitamina C, cuidado. Muchas veces los protagonistas de este tipo de falacias pueden ser celebridades y hasta algunos influencers.
Argumento Ad populum
El 99.9% de las mascotas prefieren comerse tu tarea. Este es uno de los pecados creativos más usados en publicidad y propaganda política. El número de personas que creen que una afirmación es verdadera no garantiza la veracidad de la misma. Con estadísticas sacadas de la mente de un publicista; este es uno de los errores de razonamiento más comprado por pequeñas y grandes empresas. Esta falacia es muy efectiva ya que, como seres primitivos respondemos de forma positiva a nuestro deseo de pertenecer y adaptarnos.
Argumento ad antiquitatem
Con 50 años de trayectoria, somos la mejor aseguradora. Proferir que un producto es mejor solo porque tiene mayor tiempo en el mercado. Este tipo de discurso apela a la fidelización a una marca no por su calidad, sino por su tradición, atribuyéndole hasta características culturales. Esta falacia es muy utilizada por compañías licoreras, bancarias, o de capital familiar.
Argumentos que no se siguen
Si usted valora la vida de su familia, debe comprar nuestro auto último modelo. La conclusión no tiene ninguna conexión con el argumento. Los beneficios de un producto deben ser consecuencia de su valor. No nos vayamos por las ramas. Antes de vender un producto o servicio conozcámoslo.
Argumento por generalización apresurada
Para amas de casa que cuidan su hogar. De esta falacia se derivan todos esos anuncios comerciales basados en estereotipos de género, raza o clase social. Este tipo de argumentación estandariza a las personas por algún tipo de característica en común; atribuyéndole gustos o preferencias sin tener suficientes evidencias. Falacias en la publicidad y en la vida, hay muchas; estas solo han sido algunas de las más utilizadas. El que esté libre de pecado, que lance la primera piedra. Evitemos caer en estos delitos creativos, identifiquémoslo en nuestra competencia o en nuestro propio discurso y atraigamos a nuestra audiencia generando ideas de valor. Referencias: http://dle.rae.es/?w=diccionario Universidad de los Andes. Guía de falacias argumentativas. http://leo.uniandes.edu.co/images/Guias/falaciasSP.pdf AUTOR
Daniela Herrera
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