Este sábado 24 de marzo se transmitió el episodio número 131 de Dragon Ball Super, después del revuelo socio-político que se vivió en varias plazas de la República Mexicana, ya que la euforia por ver el desenlace de la batalla entre Goku y Jiren provocó que algunos gobiernos locales ofrecieran transmitir el episodio en plazas públicas, acción que molestaría a los ejecutivos de Toei Animation, dueños de los derechos del anime, quienes alegaron que dicho acto estaba fuera de su autorización, pues los contenidos de la empresa no pueden asociarse a ningún partido político o institución ajena a la marca, además de que con ello se violaban los derechos de autor del producto. El desenlace de esto aún está pendiente, ya que varios gobiernos hicieron caso omiso del aviso. Sin embargo, el tema que me gustaría tocar en esta ocasión es diferente, pues quisiera compartir con ustedes un poco del contexto de este fenómeno social, ya que el anime es una industria con fuertes raíces en nuestro país, y sus frutos podrían beneficiar a muchas de las industrias a las que pertenecemos. Todo comenzó con las “caricaturas japonesas” Si eres mi contemporáneo, es decir, si estás entre los 30 y 40 años de edad, seguramente has visto al menos un anime en tu vida, posiblemente sin saber que se trataba de uno, pues aún a mediados de los 80’s el término era desconocido por la sociedad. En aquellos tiempos, las “caricaturas japonesas” que comenzaron a llamar la atención de niños y adultos por igual fueron emisiones como Heidi, Candy Candy, La Abeja Maya, Mazinger Z y Remi, quien junto a su perro Capi convertiría nuestra infancia en un mar de lágrimas con dramas que sobre pasaban a cualquier telenovela mexicana del momento. Hasta aquí todo era felicidad, y Televisa, quien trajo el primer anime a México (Astroboy 1974), parecía contenta con la respuesta de los televidentes mexicanos a estas caricaturas, por lo que su adversario, Televisión Azteca, optaría por seguir el mismo camino al transmitir, en 1995, el primer capítulo de Los Caballeros del Zodiaco, una serie que marcó historia en nuestro país al convertirse en la antesala del primer boom del anime en México, dando paso a una “guerra” entre televisoras que traería consigo verdaderas joyas de la industria como Sailor Moon, Mikami la Cazafantasmas, Los Súper Campeones, Slam Dunk, Pokémon, Dragon Ball Z y Ranma ½, sin embargo, esto también desencadenaría la primera crisis de la industria, pues el anime había pasado de ser “caricaturas japonesas”, a “contenidos satánicos”. Crónica de una muerte anunciada Antes de seguir, detengámonos un poco para reflexionar el contexto. Como lo mencioné, el anime estaba en su cúspide, incluso algunas marcas llevaban a cabo promociones y campañas centradas en las caricaturas niponas, como Sabritas, con sus famosos tazos, y Gamesa, quien distribuyó en sus galletas Pakatelas tarjetas y manteles 3D de Los Caballeros del Zodiaco. Es decir, que la industria del anime comenzaba a monetizarse en los medios de comunicación de manera integral, lo que parecía contradictorio con lo que estaba por ocurrir, ya que el declive de este auge iniciaría con un programa de TV Azteca, una de las televisoras más beneficiadas con este boom. A mediados del año 2000, la periodista Lolita de la Vega dedicaría una emisión de su programa Hablemos Claro al anime, donde catalogaría a estas caricaturas japonesas como “satánicas” y “peligrosas” para los niños, hecho que preocuparía a algunos padres de familia, pues las reacciones posteriores al programa serían masivas, llegando un año más tarde al mundo católico, cuando el párroco de Pachuca, Juan Ramón Hernández Bautista, advirtió a los padres sobre los contenidos de un anime en específico, Pokémon, acusándolo de tener mensajes subliminales que afectaban a los infantes. Después de estos hechos, el anime perdería gran parte de la fuerza que había obtenido, ya que se enfrentaba a dos serios problemas que afectarían su desarrollo en el país. El primero, la campaña religiosa en su contra había surgido efecto, y la segunda, el tiempo había hecho de las suyas, sus principales consumidores comenzaron a convertirse en adolescentes, y el anime parecía quedarse en el pasado como una cosa de niños. Los niños, ahora son adultos Pero el tiempo es sabio, eso dicen algunos, ya que hace un año ambas televisoras anunciaron el regreso del anime a sus transmisiones a nivel nacional, esto como consecuencia de la llamada “industria de la nostalgia”, donde un sector de la población, denominado como Kidults, le ha dado valor a todo aquello que les recuerda su infancia, como juguetes, y por supuesto, caricaturas. Es decir, que los mismos niños que respaldaron el primer boom del anime en México, ahora lo habían regresado al lugar donde quizá jamás debió irse. Sin embargo, el resultado no ha sido el mismo, al menos no en el contexto de las televisoras, quienes poco a poco han reducido estas transmisiones por la escasa respuesta de su público, quienes sí siguen consumiendo estos contenidos, pero no lo hacen de la forma tradicional. Ahora, después de lo vivido el pasado sábado con el final de Dragon Ball Super, y con todo este contexto, la pregunta es: ¿Qué harán los medios de comunicación mexicanos, incluidas las empresas de mercadotecnia y publicidad? ¿Aprovecharán este auge para consolidar un negocio que podría ser sumamente fructífero para todos, o seguirán ignorando una industria que podría haber mostrado solo una pequeña parte de su potencial en los años noventa? La respuesta, sólo nos la dará el tiempo. Por lo pronto, compártenos tus comentarios, y cuéntanos qué opinas sobre este tema.
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