Una de las corrientes más populares en los contenidos de entretenimiento actualmente es la ciencia ficción. Netflix estrenó este mes su más reciente historia del género, Carbón Alterado. Una historia con una excelente premisa, pero cuya ejecución deja mucho que desear y no en el sentido de la producción, pero sí en el de las actuaciones —y lo que es más preocupante—, en la escritura y desarrollo narrativo de la serie. La historia se centra en la posibilidad de recuperar la esencia particular de un ser humano: sus recuerdos, su forma de pensar e identidad, colocándola en otro cuerpo, (en otra “camisa”, como se le llama coloquialmente a estos cuerpos en la serie), y en cómo las reglas que aplican al común denominador de los habitantes de La Tierra, no son las mismas para la élite que detenta el poder y el dinero en el planeta, quienes cada determinado tiempo hacen un back up de sí mismo y tienen clones idénticos y mejorados que les permiten vivir jóvenes y su mejor forma por el resto de la eternidad. La trama inicia cuando la mente de un legendario “terrorista”, que cumple una pena de “prisión” casi perpetua, es puesta en el cuerpo de policía de San Francisco doscientos cincuenta años después de la condena al terrorista y su eventual muerte. La persona que decide y paga por esta ruptura en la condena de Takeshi Kovacs (Joel Kinnaman) es el hombre más poderoso de la sociedad en ese futuro; Laurens Bancroft (James Purefoy) que quiere resolver su propio asesinato. La historia llena de vueltas de tuerca que lejos de ayudar a narrativos fundamentales en la trama, aparecen muy tarde hace que parezca que son formas de alargar la serie, como la importancia dramática, que de pronto cobra de la hermana de Kovacs, Reileen Kawahara (Dichen Lachman) que ha sobrevivido a lo largo de los dos siglos pasados y convertido en una poderosísima dueña de un burdel, donde aquellos que tienen el dinero suficiente pueden llevar a cabo sus más psicópatas fantasías. Vale la pena mencionar que el mejor personaje de la serie es la Inteligencia Artificial del Hotel Poe que personifica el actor Chris Conner. El tema de la persistencia de la personalidad a manera de una simple data encerrada en un hardware que se puede transferir de un software (cuerpo) a otro, es perturbadora y tal vez el mejor ejemplo es cuando la detective revive a su abuela en el cuerpo del maleante tatuado para celebrar el día de muertos. Pero más perturbador resulta el espejismo que encierra un cuerpo, la detective Kristin Ortega (Martha Higareda) que en un principio decide seguir a Kovacs para cuidar el cuerpo de su pareja y amante, el oficial Ryker, y su atracción hacia el cuerpo o la idealización del nuevo habitante del cuerpo la hacen caer enamorada de él, parece no entender si le atrae el cuerpo o el alma que lo habita. Con actuaciones que van de lo ridículo como la de Purefoy, a lo patético de Higareda con su espanglés chilango, la serie pierde el interés y la complejidad de una trama que es muy atractiva y confronta la idea de la eternidad, la inteligencia artificial, lo efímero de la vida misma y se contrasta en la pureza de la AI con la creatividad perversa y la corrupción de la mente humana. Las peleas y su coreografía, moda de Hollywood, se pierden en una mezcla atroz de nudismo gratuito y violencia sin sentido al más puro estilo de las producciones de Marvel para Netflix, como el extraño e incestuoso personaje de Reileen que se vuelve sólo un personaje melodramático demasiado malo para cobrar la importancia debida. Carbón Alterado, deja al espectador con muchos sentimientos encontrados en el peor sentido: Lo que pudo haber sido y no fue. Netflix también produjo el año pasado en Japón la serie Erased. Basada en la obra de animé Boku Dake ga Inai Machi, que traducido al español es: La Ciudad en la que sólo falto yo. La serie al igual que Carbón Alterado es una serie compleja acerca de viajes en el tiempo y el efecto mariposa. Satoru Fujinuma es un joven repartidor de pizza con aspiraciones a convertirse en un autor de manga y que tiene la cualidad de poder regresar en el tiempo. Cuando descubre que su madre ha sido asesinada, intenta regresar al pasado inmediato para evitar el crimen y termina regresando a su infancia para evitar una serie de asesinatos de niñas de su edad que ocurrieron en esa época. Con el salvamento de las diferentes víctimas el futuro de Satoru se ve modificado y el sacrificio que implica repercute de manera directa en él y las relaciones que había construido en el presente que ha abandonado. Satoru llega a descubrir al asesino serial, así como los motivos que lo han llevado a convertirse, pero el hacerlo pone su vida en riesgo, pues se convertirá en víctima del asesino. Su regreso en el presente también trae de vuelta al asesino que reta así al niño que lo descubrió ahora convertido en un joven adulto. La serie habla de como los pequeños detalles y las acciones pueden cambiar la vida y el futuro. Habla de la importancia de los lazos sociales en una sociedad en la que los jóvenes se aíslan cada día más. Inteligente y atractiva, aunque sin la capacidad, ni los valores de producción de las series americanas de Netflix, la serie japonesa es una clara muestra que no se necesita hacer series gore, llenas de desnudos gratuitos para lograr una historia interesante e inteligente. La producción de Ciencia Ficción no se limita a Netflix y sus propuestas como Dark, Stranger Things, Altered Carbon o Erased. Starz, la cadena privada de televisión de Estados Unidos, apuesta a una discreta producción estelarizada por J.K Simmons, ganador del Oscar al mejor actor de reparto por la cinta Whiplash acerca de universos paralelos. Una historia de espionaje y asesinatos que reúne lo mejor de la Ciencia Ficción y de un Thriller y que hasta el momento no tiene desperdicio al enfrentar al burócrata mediocre de un mundo con la realidad del otro universo y la existencia de su alter ego, un espía eficiente y pragmático. En abril regresa Westworld a HBO, otra serie que en la preocupación de abusar de desnudos y escenas sexuales gratuitas se olvidó resolver la trama de una forma clara, mientras que en otros se transforma en un esperpento en el que la premisa principal de la serie no es clara para guionistas, actores y productores. Esperemos que todos hayan aprendido la lección y esta segunda temporada se convierta en una serie donde lo importante sean los personajes y la trama, no las orgías y/o el tratar de sorprender a la audiencia con la línea del tiempo que se está narrando, porque la cadena aún no sabe con qué va a llenar el hueco que dejará en 2019 Game of Thrones y Westworld tiene todo, al menos en papel, para sustituirla en el gusto de las audiencias internacionales. La Ciencia Ficción está de vuelta y de moda. Hoy no son el centro seres extraterrestres, sino los muy humanos problemas que conllevan la tecnología y el desarrollo de nuevas formas de vida y convivencia social. Aunque queda en el tintero escribir acerca de la temporada 11 de X Files.
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