En Marzo del 2017 me invitaron a dar una clase de Innovación en una Universidad. Para mí la innovación es una materia práctica y no teórica. El alumno tiene que materializar las ideas, ponerlas a funcionar en la realidad y regresar al taller a hacer los cambios. El éxito está en la capacidad de ir monitoreando el comportamiento de la nueva idea en el mercado y hacer los cambios en el timing correcto; Prototipear. Así que cuando me invitaron a dar la clase, pensé en hacer otra cosa que no fuera mostrar una presentación con los pasos a seguir para ser “Innovador”. Implementé un experimento académico con el apoyo de los alumnos. La inspiración fue el libro de Kenneth Goldsmith –“Wasting time on the Internet” donde el autor cuenta su historia de cuando dio clases en la Universidad de Pensilvania. En esa clase pedía a todos los alumnos que llevaran sus dispositivos electrónicos (Laptop, Celular, Tablet, etc.) y pasaran tres horas navegando en internet sin un objetivo, sólo dejándose llevar por su instinto. Podías estar en Facebook toda la clase o visitar cualquier blog que quisieras. El trabajo final del curso podía ser entregar el historial de todo el navegador. El argumento del profesor era que este «yoga digital» de perder el tiempo nos decía más de lo que somos como personas que un examen tradicional. Uno de los ejercicios que Kenneth hizo en su clase era pasar tu computadora a tu compañero de a lado, el que la recibía escogía un archivo que estuviera en su escritorio y durante 30 min escribía un ensayo inspirado en ese archivo. El alumno dueño de la computadora tenía que descifrar qué archivo había sido seleccionado y analizaba todas las ventanas abiertas en Internet que el compañero había dejado abiertas. En la clase que impartí desarrollamos experimentos similares, uno de ellos fue dar clase por medio de un grupo de Whatsapp que hicimos, todos en clase sin hablar, escribiendo en el grupo y viendo los slides en la pantalla. Sin embargo, profundizaré en dos ejercicios que diseñé para la clase: Primer experimento: Cada alumno tenía 10 minutos con su computadora, la tarea era hacer una presentación y poner todas las referencias de innovación que tenían (memes, fotos, tuits, videos, etc.) y después de los 10 minutos pasaban su computadora al compañero de la derecha. Con la computadora nueva, tenías que seguir la línea de pensamiento del anterior pero ahora incluirle nuevas referencias de innovación para completar una especie de cadáver exquisito. Al final quedaban 15 presentaciones intuitivas, cada una con una muestra del inconsciente colectivo de todo el salón sobre la innovación. Un vasto recorrido por internet y por la mente de 15 alumnos en menos de 2 horas. Segundo experimento: Cada alumno creaba un LinkedIn de su álter ego. Ponían la edad que querían, el género, la universidad donde deseaba haber estudiado, el puesto de sus sueños, la experiencia más sofisticada, etc. Uno veía los deseos de los alumnos; Trabajar en Tesla o en Buzzfeed, vivir en Londres o en San Francisco, escalar el Monte Fuji o pescar salmones en el Yukón. Cada uno diseñaba el LinkedIn perfecto. A continuación, los alumnos tenían que escribir un artículo sobre innovación, pero no lo tenían que escribir ellos, sino los alter-egos diseñados anteriormente. Después, entre todos, conseguimos los mails de algunos editores de revista interesadas en los artículos escritos y cada alumno lo mandó junto con su LinkedIn simulado, diciendo que habían escrito ese artículo en el aeropuerto antes de tomar un vuelo y que le gustaría compartirlo con la revista. Era interesante ver cómo los alumnos de inicio no se sentían capaces de escribir un ensayo sobre innovación, pero cuando era el álter ego el que escribía, había escritos muy profesionales con información muy relevante. Había mucha emoción en crashear los medios con nuestros artículos y con nuestro LinkedIn inventado, pero lo más interesante era cómo el álter ego funcionaba como un inhibidor, el alumno asumía la tarea y sacaba lo mejor de su intelecto. No puedo decir qué medios nos publicaron. 🙂 AUTOR Otto Poncelis Director de Estrategia de Ogilvy and Mather. Tiene 10 años de experiencia como estratega en agencias de publicidad. Ha trabajado con marcas como Coca-Cola, Aeroméxico, Telcel. Es profesor de materias de innovación y mercadotecnia en diferentes universidades de México.
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