La fabricación y distribución de productos falsificados es uno de los problemas mundiales más longevos y difíciles de sobrellevar, no solo por su repercusión económica y lo que implica para los consumidores, sino en aspectos sociales y legales que implican al Estado. Los productos fake están en todos lados, nos afectan a todos sin exclusión e irónicamente, somos todos –sin exclusión- quienes contribuimos a que se mantenga en el mercado. Ley de say En términos económicos, la ley de Say hace referencia al principio que indica que cada oferta determina su propia demanda, es decir, cuantos más bienes se produzcan, más bienes existirán y eso constituye a su vez, demanda para todos los bienes. Yo de primeras no entendí ni papas, pero sé que el concepto es complicado de entender y en algunos casos se mal interpreta, puesto que no se trata que si se oferta un bien puedes venderlo, sino que, para demandar un bien u otros bienes deben ofertarse otros, cito textualmente las palabras del autor de todo esto. El señor Jean-Baptiste Say:
“Un producto terminado ofrece, desde ese preciso instante, un mercado a otros productos por todo el monto de su valor. En efecto, cuando un productor termina un producto, su mayor deseo es venderlo, para que el valor de dicho producto no permanezca improductivo en sus manos. Pero no está menos apresurado por deshacerse del dinero que le provee su venta, para que el valor del dinero tampoco quede improductivo. Ahora bien, no podemos deshacernos del dinero más que motivados por el deseo de comprar un producto cualquiera. Vemos entonces que el simple hecho de la formación de un producto abre, desde ese preciso instante, un mercado a otros productos”
¿Funcionará? Uno de los países latinoamericanos más jodidos que peor la está pasando es Venezuela, las medidas gubernamentales (expropiaciones, malversación de divisas, cese de subsidios para industrias vitales etc.) han generado desaciertos de alto nivel que influyen directamente en la producción del país y como consecuencia, las necesidades del consumidor se han visto opacadas por “paliativos” alternativos. En este país suramericano, marcas como Head & Shoulders, Always, Dove, Listerine, OralB y Colgate no existen, desaparecieron pero no de golpe, fueron reemplazadas por “productos piratas” de igual apariencia pero de precios y calidad muchos más bajos. Relación precio calidad Tanto las empresas como los consumidores, estamos en la intensa búsqueda de reducir costes, es un hecho, pero ¿qué pasa cuando la economía no permite que los ingresos crezcan sino que descienden y entramos en el eterno debate de lujos o supervivencia? Todos hemos escuchado la frase “si es caro, es bueno” pero analicemos esto que me pasó: “Dentro de mis actividades, trabajo como consultora para pymes y mypes y conversando con unos compañeros consultores sobre sus tarifas y estrategias, uno me decía: “si cobro 10$ por asesoría, las empresas estarán encantadas pero dudarán de la calidad de mis servicios, si cobro 100$ pensarán que estoy loco pero que soy una eminencia, por lo que antes de dar presupuestos evaluamos al cliente y lamentablemente los que cotizamos a precios más bajos, los atiende uno de los chicos nuevos”, en este punto creo que la frase da en el clavo” La piratería Los piratas hacen de todo para reproducir desde bebidas, juguetes, piezas de automóviles, entradas para conciertos, artículos de aseo hasta medicinas, alimentos, materiales de construcción y monedas o billetes. Los falsificadores se dedican a la producción ilegal de imitaciones en casi todos los sectores: alimentos, bebidas, ropa, calzado, productos farmacéuticos, electrónica, piezas de automóviles, juguetes, moneda, billetes de transporte, entradas para conciertos, alcohol, cigarrillos, artículos de aseo, materiales de construcción y muchísimas cosas más. Casi siempre un poder sobrenatural se apodera de nosotros y es imposible resistirse a comprar “las tremendas oportunidades” de un dos por uno, lo que no estamos conscientes es la cadena ilícita a la que estamos contribuyendo. ¿Es realmente una ganga? Todos sabemos lo que sobrellevan los pobres empleados de las fábricas más reconocidas del mundo, donde sufren maltratos y vejaciones pero ¿cómo comprar algo pirata nos hace cómplices de esa enorme cadena fraudulenta?, te responderé con una anécdota. Como buena venezolana, compro lo que necesito al por mayor (comestibles, medicinas cuando se puede, productos de aseo personal, etc) pero la terrible crisis en los insumos nos ha hecho comprar mercancías de dudosa procedencia, en mi caso, pastillas para la presión arterial traídas desde Cuba –no tengo nada en contra de ese hermoso paraíso tropical- y las mencionadas pastillas enfermaron muy preocupantemente a mi mamá, aun cuando el componente activo, la dosis y el tratamiento era el mismo ¿algo raro no? Un poquito de realidad Sin mencionar que la inflación en Venezuela superó los 2.100% en 2017 (según cifras mencionadas por la AN) las imitaciones de productos traídos desde China no se hicieron esperar y es sumamente común ver marcas que llevan por nombres “Hoed & Shouders”, “Max Quottro”, “Aluays” o “Yahnsan & Yahnsan” y aunque no lo parezca, sí se están convirtiendo en competencia para las marcas originales. No solo es porque la imitación cuesta mucho menos que el producto de marca reconocida, es que el nombre resulta ser similar; la imagen, tipografía y estructura en los envases, recipientes o contenedores son iguales y por ello, a simple vista parece ser un producto de marca, hasta una vez caí en esa trampa. Infringir la propiedad intelectual de compañías como Johnson & Johnson o Procter & Gamble, se traduce en casos legales difíciles de seguir en países en desarrollo como Venezuela, y al ser más caros, las personas no tienen muchas opciones a la hora de economizar en cuanto a la adquisición de productos, por lo que en Venezuela, la piratería se vuelve ganadora y las marcas originales deberán de cambiar el modelo de negocio y emplear diferentes promociones para volver a competir en esa región, u optar como otras industrias a dejar el país y buscar nuevos horizontes.
Comentarios