Las redes sociales nacieron para acercar a la gente. En un principio, para conectar con nuestro entorno más cercano, pero su popularidad y crecimiento nos han llevado a la hasta hace unos años impensable situación de conocer a los hijos de Cristiano Ronaldo nada más nacer o seguir paso a paso la vida de la ubicua Kim Kardashian. Esa cercanía es sólo una ilusión claro está, y aunque los iconos de hoy de las redes sociales nos abran las puertas de sus vidas para entrar en su cotidianeidad y las marcas que los patrocinan ganen notoriedad con ellos, esto no significa necesariamente que sus millones de seguidores crean en todo lo que anuncian. Para una marca no basta con tener a una celebridad como figura principal de sus anuncios o un influencer con miles o millones de seguidores, lo importante es que ésta conecte con ese público objetivo al que quiere llegar y la clave está en cuán verosímil resulta ese mensaje. La credibilidad es la clave. En general, nos sentimos más identificados con alguien que es como nosotros (el 85% de los usuarios cree más en las recomendaciones de amigos que en las de la publicidad) y creemos más en su opinión que en la de un famoso que está lejos de nuestra realidad. Como siempre digo, si quiero cocinar unas lentejas, le pregunto a mi madre, que es la persona que para mi es más cercana, creíble y más influyente en mi. Las redes sociales se han convertido en una gran plaza virtual donde cada uno tiene una voz que a su vez es escuchada por otros, pero con mayor atención si el mensaje proviene de un usuario creíble. En ese sentido, las grandes plataformas sociales han aportado transparencia y les han dado voz a millones de personas anónimas, las que, finalmente, son el alma de las redes. Con su actividad, los usuarios de las redes dejan una larga huella de quiénes son, cuáles son sus gustos, dónde viven, qué piensan y sobre todo, cómo consumen. Toda esta información es sumamente valiosa para aquellas marcas y empresas que quieren conocerlos mejor y venderles sus productos. En el mundo del social media las tendencias nacen de las personas comunes y corrientes del crowdsourcing o esa voz que nace de la unión de muchos que pueden opinar, contar su experiencia o expresar sus gustos o ideas y que se expande a través del “boca-oreja” virtual. Pero para que ese mensaje sea efectivo tiene que ser creíble y en este sentido, los microinfluencers son una poderosa arma para amplificar los mensajes de las marcas en pequeñas audiencias que les creen y sienten cercanos. Para las marcas hay muchos beneficios en construir relaciones con microinfluencers que cuenten una historia creíble y verosímil que las acerque a su audiencia y les permita crear relaciones genuinas y a largo plazo, porque recordemos que, en este mundo social de hoy, todos somos microinfluencers.
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