Cuántas veces no hemos escuchado a una persona ostentar un título de esa universidad de altas colegiaturas; o la maestría en ese exclusivo instituto fuera del país o hasta un doctorado en aquella prestigiosa asociación al otro lado del continente. Aunque la especialización del saber es importante en toda carrera, estudiar a las cuatro paredes de un aula no siempre garantiza el mejor aprendizaje; menos aún si el alumno no está consciente y receptivo para recibirlo. Pensar sólo en un título de estudios, es padecer de miopía en una visión de largo plazo hacia el conocimiento. En la antigua Grecia llamaban empíricos a las personas que desarrollaban sus conocimientos a partir de la experimentación. La autodidáctica define a quien desarrolla el autoaprendizaje que por ende es diferente al empirismo ya que el autodidacta investiga, explora y experimenta. La palabra academia fue acuñada por Platón en honor a un héroe mitológico conocido como Academus, un informante en el mito de Helena. El mismo Platón se refiere a la academia como aquel lugar donde enseñaba a sus discípulos sobre su filosofía. En la modernidad, la academia es el aprendizaje del individuo por medio del estudio que lo prepara para desarrollar una función en una sociedad tecnificada y educada. Austin Kleon en su libro Steal Like an Artist comenta que “La escuela es una cosa, pero la educación es otra diferente”. La formación a diferencia de la educación, es aprender de la experiencia y la investigación como parte de tu vida, sin atarse a un espacio, horario o tutor; para que vayas a donde vayas nunca dejes de aprender de todo y formarte con ello. La tesis del conocimiento empírico y autodidacta, puede verse claramente en el siguiente caso. José Alfredo Jiménez, compositor mexicano autor de canciones como El Rey, El Último Trago entre muchas otras, no tenía ningún entrenamiento formal y aún así, se las ingenió para componer sus canciones silvándolas a quien le ayudaba con la música; de esta manera logró crear más de una centena de canciones que en todo México hemos escuchado (y cantado) en más de una ocasión. En su libro La Anatomía de la Creatividad, Llorenc? Guilera Agu?era doctor en Psicologi?a analiza la personalidad creativa diciendo que ésta es natural en el hombre pero puede desaparecer después de la infancia, ya sea por lo efectos del entorno social o por la inhibicio?n que la educacio?n escolar convencional provoca con sus modelos y estereotipos. La buena noticia es que la capacidad creativa se puede recuperar a pra?cticamente cualquier edad con una reestructuracio?n formativa apropiada. La creatividad puede aplicarse a toda la vida misma para la solución de cualquier problema. Volviendo a la mitología griega, Procusto era un hombre que daba posada a los viajeros en las afueras de Ática. Él diseñó una extraña cama en la que sus huéspedes no cabían o les quedaba muy grande; si no cabían les cortaba la cabeza y las extremidades, si les quedaba grande los ataba y estiraba hasta cercenarlos; a esto es le conoce como el Síndrome de Procusto. La tesis de este síndrome es recordarnos quién está a cargo para disciplinarnos sin salirnos de la genérica masa autómata, aclararnos que nadie pidió nuestra opinión y menos que seamos creativos, de cualquier modo el engranaje del sistema seguirá girando con o sin nosotros. En la actualidad, el sistema educativo comienza a verse obsoleto. La academia de Platón, un modelo que asigna toda la responsabilidad del saber en una sola persona frente a otro grupo de oyentes es algo cuestionable hoy en día. Steve Jobs decía: “Es absurdo contratar a un equipo de gente inteligente y creativa para decirles lo que tienen que hacer”. Lo mejor es dejar que la creatividad y la iniciativa se desplieguen adaptando la organización a los talentos y capacidades de los individuos, y no a la inversa. Entonces para concluir… ¿es inútil el empirismo sobre la academia? La respuesta a esta pregunta la podríamos encontrar en el equilibro entre ambos conceptos: la académica teoría y la experimentación empírica. Quizá en dicha respuesta, se encuentre oculto el futuro de la formación verdadera y sostenible.
Comentarios