En mis inicios como un verde y entusiasta copy, tuve la gran oportunidad de trabajar en un enorme corporativo. El volumen de trabajo era tal, que muy pronto entendí que había que escribir, desarrollar, proponer y ajustar a la velocidad con la que salimos de la oficina los viernes. Esto me permitió conseguir dos cosas: ganarme la confianza de mi jefa y desarrollar un sistema de pensamiento y ejecución creativa de velocidad fórmula 1 que, hasta la fecha, me sigue ayudando en mi trabajo. Y es esta la cuestión que me gustaría compartir con ustedes amables lectores. La velocidad de respuesta. Bien sabido es por todos aquellos que hacemos creatividad, que la inmensa mayoría de los clientes -y por consecuencia las áreas de cuentas- quieren todo para ayer. De igual forma, todos sabemos que un buen concepto necesita trabajo, tiempo, investigación, arrastre de lápiz o desgaste de teclas cualquiera que sea tu preferencia (te recomiendo escribir a mano) y que hay que darle un tiempo razonable al trabajo creativo… pero, hay de tiempos a tiempos. Muy seguido me entero de casos de clientes descontentos con la velocidad de su agencia y de áreas creativas disgustadas con sus áreas de cuentas por no darles suficiente tiempo para entregar un solicitud de trabajo. Como dijo el sabio: «en el balance está la virtud», y pienso que según el caso, sí vale la pena responder rápido. Sobre todo en estos tiempos de emociones digitales y opiniones en tiempo real. Hasta acá puedo oír a los que están pensando que responder a cada capricho y ajuste es de un servilismo no digno de nuestra profesión. Tranquilos, no se trata de ser un “yes man” y darle siempre por el lado al cliente con tal de tenerlo contento, se trata de utilizar la capacidad de respuesta para ser un mejor creativo y como consecuencia una mejor agencia. Para eso pongo a tu criterio los siguientes recursos. -Invierte lo más posible en el concepto: un concepto redondo, bien estructurado y con un insight emocional contundente, te va ahorrar mucho tiempo en el desarrollo y ajuste de ejecuciones. Es decir, crear conceptos con kilometraje creativo, que vivan perfecto en cualquier plataforma ahorra mucho tiempo y disminuye ajustes. -Enúncialo: siempre que desarrolles un concepto, almacena frases y enunciados que lo describan y que lo ilustren de manera corta y directa. Estas frases al principio pueden no ser nada, pero luego se podrán convertir en ejecuciones o en ajustes de las mismas. –Escucha y detecta: en la mayoría de los casos, corregir o ajustar algo es mera cuestión de orden o de cambiar un elemento sencillo de la idea. Ponle mucha atención a quien te pide ese ajuste. La respuesta muchas veces está en la pregunta misma. –Desarrolla callo: el callo creativo no es la habilidad para producir ideas en serie y como barras de pan. Es la capacidad de encontrar soluciones basadas en la correcta aplicación de la estrategia a través de las herramientas y plataformas con las que se cuenta. Claro que hay veces que se solicitan propuestas y/o soluciones en tiempos irracionales y en esos casos por más disposición que tengamos es imposible cumplir, pero como dije líneas arriba, es cuestión de discernir entre lo que es posible solucionar gracias a nuestras capacidades y las ocasiones en que no respondemos solo porque no queremos “correr”. Los invito a contar casos de peticiones extremas, estoy seguro habrá muchos muy interesantes. AUTOR Ramón Romero Director creativo fiel creyente del método. Creo que la ejecución depende del concepto y no al revés. Escribo y comparto porque pienso que intercambiar las ideas es hacerlas mejores. Nací en el norte, estudié en occidente y trabajé en el centro. Una vez filmé una foca caminando en reforma.
Comentarios