Nos encontramos en una carrera en la cual las marcas hacen uso de todas las herramientas y posibilidades de las cuales disponen para alcanzar y superar a su competencia. Dentro de esas herramientas destacadas están los intentos por ser lo más innovador posible en un entorno que a veces parece que no da para más innovación. Está bien, hay que aceptar que actualmente ser diferente se ha convertido casi en una necesidad, esto debido que la velocidad con la que se mueve el mundo solo permite vislumbrar a aquellas personas y empresas que destacan entre la mayoría; sin embargo, pareciera que la innovación se nos ha salido de las manos y se busca casi cualquier excusa para presentar un producto o servicio como la próxima revolución o, mucho peor, se sobreexplotan los recursos ¿Un ejemplo? ¿Se han dado que hoy en día casi todo lleva la palabra neuro? Y es que las neurociencias tanto prácticas como teóricas son muy positivas, pero todos ya se creen expertos en el tema. En este punto necesitamos preguntarnos hasta qué punto es necesaria tanta innovación y es que algo de lo que muchos no se han percatado es que a un porcentaje muy alto de la población le aterran las cosas nuevas e innovadoras. No se trata de una cuestión de miedo, sino de lo que como publicistas ya conocemos como zona de confort. La gente pocas veces está realmente interesada en pasar a un producto innovador a menos que la marca haga un excelente trabajo en llevar casi que de la mano a los consumidores, proceso que llega a ser mucho más costoso que la misma innovación y por el que muchas empresas han fracasado, debido a que solo están pensando en ser diferentes en el mercado, más no están pensando en lo que está sintiendo el cliente. Mucho peor aún, muchas marcas ni siquiera han terminado de explorar y explotar al máximo la zona de confort que poseen y ya están pensando en saltarse la cerca. Es ahí cuando muchos comienzan a perder participación de mercado, porque no han consolidado en la mente de las personas el nicho que poseen. Como estrategas debemos tomar en cuenta que, antes de poner toda nuestra atención en el brillo que se encuentra a lo lejos, debemos asegurar a lo que ha alcanzado hasta el momento y luego realizar una renovación de enfoque de forma controlada. De los afanes muchas veces solo queda el cansancio y es que la efectividad no está precisamente relacionada con la velocidad. Imagen cortesía Shutterstock
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