Tengo 40 y despido a los chicos antes de ir al colegio. Tengo 15 y tomo el desayuno al vuelo mientras escucho a mi mamá decir que almuerce a mis horas. Tengo 22 y reviso mi horario de clases de la universidad mientras termino de descargar unas canciones en mi teléfono. Tengo 14 años y estoy en el colegio esperando que llegue el mejor momento del día: el receso. Tengo 32 y estoy pensando en pedirle un aumento a mi jefe. Tengo 38 y quiero dejar todo y usar mi ahorros para irme de viaje. Tengo 23 y a punto de terminar la universidad, estoy pensando seriamente si quiero trabajar en una empresa o formar la mía. Tengo 15 años y falta poco para el fin de semana, el cual me gustaría pasar cerca de la chica que me gusta. Tengo 6 años y solo quiero terminar de almorzar para irme a jugar. Sin importar cuantas edades he querido tener, mi acta de nacimiento dice que tengo 33 y nací en Perú. Me hice publicista y ando por la vida con la dualidad clarísima, tratando de recordar que puedo y no puedo llevar la piel de otros, en plena conciencia de que el marketing me ayuda a saber mucho de las personas y aún así siempre será muy poco. A estas alturas, creo que si la tecnología que hará posible leer la mente demora en llegar masivamente, entonces podre seguir trabajando y disfrutando con todos mis yo publicitarios en muchas campañas más. Imagen cortesía de Shutterstock
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